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El dialecto “cochino/sexual” debería ser aprobado por la Rae. ¡Es más! Los gobiernos deberían incluirlos en sus carteras públicas, enseñándolo en universidades como ramo obligatorio aunque se estudie Teología. Les aseguro que las tasas de divorcios bajarían, la gente sonreiría en el metro a las seis de la tarde y hasta rendiríamos más en la oficina. ¡El sueño de todo político con cara de frígido!

Porque admitámoslo ¡no hay nada más rico que un round rayando en el culebrón porno de bajo presupuesto para soportar el crudo invierno!

Esas palabras que emanan de la calentura misma y que al segundo de terminar el orgasmo, producen una risa incontrolable. Mientras más ridículo sea lo dicho fuera de contexto, mayor grado de placer. Matemática pura.

“Papito, papote ¡sácame brillo! dame duro, como tú quieras, mi potro, me porté mal, ¡castígame!” y así miles. Una pasa de ser una alumna adicta a los latigazos a una secretaria que usa mala ortografía a propósito, todo con tal de usar la fotocopiadora estilo lavadora en “Sexo con Amor”. ¿Por qué será que las mujeres solemos fantasear con ser dominadas? Queremos la independencia y que ningún pelotudo nos abra la puerta del auto, pero a la hora del ring, ojalá nos aplastaran con ella y amarraran al freno de manos. Eso explica por qué nos casamos con los “amorosos”, cuando nuestras fantasías suelen ser con el amigo de nuestra pareja bruto y descerebrado, el mismo que criticamos por andar con cabras chicas pero cuarteamos cada vez que se mira los músculos (sí, ¡se te ven increíbles, maldito rambo!) Ese espécimen tan estúpido como “caluguiento” y no precisamente de mamón. Un primate, pero al que feliz nos subordinaríamos en la selva amazónica. Hasta la mona Chita quedaría muda con los gemidos que saldrían de esa jungla.

Hay otras mujeres, en cambio que prefieren ir al mando. “¡Tócame ahí! (Previa corrección manual) ¡No, ahí! Más, más… ¡Te dije que quiero más fuerte, estúpido!”  En lo personal, no he tenido muy buenos resultados con eso. Jorge se siente castrado al recibir órdenes,  y por algo a las jefas nos cuesta tanto lograr empatía con nuestros subordinados. Definitivamente se tienen mejores resultados jugando a caperucita inocentona. “Ay, no conozco al lobo” “Es mi primera vez en el bosque” y todas esas mentiritas que a ellos les suben el ego (OBVIO que no nos creen, ¡por favor entender que la tontera es momentánea!) Luego la caperucita se transforma en “ninfomancita” y pide más, pero sigue siendo tan idiotitamente tierna que el lobo insiste en  enseñarle. Con un par de nalgadas, eso sí, por porfiada y lenta.

La Cenicienta adicta a la “cachabaza”, la sirenita y su “tridente personal”, “Alicia en el país de los delfines” y la “golosa por siete, Blanca Nieves” son otras opciones dulces para pervertir.  El final feliz, eso sí, depende de la imaginación de cada uno. ¡A ponerle bueno!

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Recuperando el Deseo…(¡y mi vida!)

Carla Stagno Gray: Periodista y guionista. Ha trabajado en medios escritos y de televisión, donde condujo y realizó la producción periodística para programas de corte cultural y turismo. Hace dos años que se dedica principalmente a escribir guiones, destacando su trabajo en las teleseries “Los Ángeles de Estela” y “40 y Tantos”, ambas de Televisión Nacional de Chile.

Twitter: @carlaguionista