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Es real, la historia de la sexualidad femenina ha tenido diferentes dificultades para darse libre y fluidamente.

Si nos remontamos a Adán y Eva podemos dar cuenta de la mejor metáfora que se puede visualizar respecto a que una mujer tome la posición activa y se atreva por el camino de la tentación y el placer. Y así fue, Eva se armó de valor, dejo de deleitarse con la fantasía que le provocaba la apetitosa manzana y simplemente la comió.

¿Qué sucedió luego de eso? El hombre y la mujer fueron exiliados del paraíso.

Creamos o no, que el origen del mundo tenga que ver con esta historia es un detalle, lo importante es que ésta se ha narrado en nuestra cultura por una gran cantidad de años, lo que puede haber ido dejando plasmado en el inconciente femenino que el “atreverse”, en búsqueda del propio placer, podría traer graves consecuencias.

Por lo tanto la mujer fue callando, fue asumiendo un rol pasivo, virginal, donde la propia satisfacción no estaba dentro de las demandas a exigir, sino puesta en manos de quien tuviese más tierras y fuese más meritorio de “casarla”.

Con la evolución de la historia, muchas mujeres fueron consideradas “de dudosa reputación” e incluso quemadas en la hoguera por manifestarse o comportarse como sexualmente activas, ya que simplemente no estaba dentro de los parámetros establecidos por una sociedad donde había que ser una “dama”.

Cuando se deja de trabajar la tierra y el hombre sale a laborar fuera de casa, el rol de la mujer va restringiéndose aún más, siendo ésta la encargada de mantener el hogar limpio, cuidar de los hijos y esperar al marido con la comida y la disposición de tener relaciones sexuales simplemente porque “es su esposa” (lo que actualmente seguimos viendo).

Así, la sexualidad fue ligándose cada vez más al compromiso y éste al amor, desembocando en que las relaciones sexuales estuviesen estrechamente atañidas a la reproducción de la especie.

Fue recién en los años 60, cuando por primera vez la mujer pudo comenzar a vivir la sexualidad retomando el camino del placer y optando respecto a la maternidad. O sea, teniendo por primera vez en la historia femenina, el control de su sexualidad. Fue con la aparición de la píldora anticonceptiva entonces, que se logró diferenciar el sexo de la reproducción y muchas comenzaron a disfrutar recién en esta área de su vida, buscando romper los patrones que por tantos años reprimieron la búsqueda del goce y la satisfacción propia.

¿Por qué esta breve historia de la sexualidad femenina?

Por la responsabilidad que recae en el descanso e importancia que para muchas mujeres tiene, la elección de sus anticonceptivos, confiando casi en totalidad y disfrutando de una sexualidad responsable y decidida respecto de la procreación.

Así, me parece de suma importancia y responsabilidad social, compartir con las lectoras de taconeras, un reportaje que apareció en “BBCnews” (medio de comunicación británico) que me dejó bastante inquieta: 600 mujeres que utilizaban un mismo tipo de anticoncepción, Implanon, se han reportado embarazadas (http://www.bbc.co.uk/news/health-12121459). Este anticonceptivo, se inserta bajo la piel y tiene un período de duración de aproximadamente 3 años, es bastante reciente en Chile y los reportes en nuestro país apuntan a efectos secundarios (molestias, amenorrea, dolor, jaqueca, entre otros) que muchas mujeres han terminado optando por extraerlo, sin embargo aún no aparecen cifras de alerta respecto a embarazos no deseados. Como se puede leer en el artículo, en Inglaterra se comercializó como un anticonceptivo de “máxima seguridad” respecto a su efectividad, sin embargo aparece un gran número de mujeres que explicitan haberle fallado.

En fin, me parece un dato trascendental de compartir, notando la importante implicancia que tiene la seguridad de un método anticonceptivo en la vivencia y la historia de la sexualidad femenina.