Una inflamación en la mama, enrojecimiento e irritación y dolor son algunos de los indicadores que ayudan a detectarlo. Tratarlo de manera oportuna aumenta las posibilidades de que el paciente lo supere en el largo plazo. 

El cáncer de mama ha registrado un nivel de crecimiento del 46% en los últimos diez años en nuestro país, y continúa en la actualidad como el segundo tipo de cáncer más mortal para la población femenina.

Con la idea de generar conciencia respecto de lo relevante que es su detección temprana, el  gineco-obstetra de Clínica Vespucio Dr. Juan Ibarra detalla las características de esta patología y su modo de tratamiento.

Según comenta el especialista, este tipo de cáncer se origina “por una anormalidad genética en las células que se genera de manera espontánea. En una menor proporción  (5% a 10% de los casos) estos pueden tener un factor hereditario asociado”, apunta.

Tener antecedentes de cáncer de mama previo, historia de un familiar directo con cáncer de mama (hermana o madre) son algunos de los factores que lo detonan. También existe otro tipo de factores que pueden condicionar su aparición, como no haber tenido embarazos, que su primer embarazo haya sido pasado los 35 años de edad, haber tenido la primera menstruación antes de los 12 años o menopausia después de los 55 años.

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Respecto de sus síntomas, el cáncer de mama se caracteriza por la ausencia de signos. Sin embargo, el gineco-obstetra de Clínica Vespucio señala que existen ciertos indicadores que colaboran en su detección:

-Inflamación de la mama.

-Irritación de la piel, engrosamiento de esta en el pezón o la mama, enrojecimiento.

-Dolor en la mama o en el pezón.

-Hundimiento del pezón o secreción de éste que no sea leche materna.

Es importante destacar que estos signos no solo indican cáncer sino también, señales de condiciones menos graves como por ejemplo un quiste benigno o una infección.

Tras la evaluación médica, se realiza una etapificación de la enfermedad, la que “consiste en la clasificación del tumor según su tamaño, compromiso con los ganglios linfáticos y presencia de metástasis”, explica.

Existen diversos tipos de tratamientos, dentro de los que se considera la cirugía, radioterapia, quimioterapia, hormonoterapia (bloqueo de hormonas que estimulan el crecimiento del cáncer) y la terapia biológica (anticuerpo contra una molécula que favorece su desarrollo). “La mayoría de las mujeres recibe una combinación de tratamientos, tras lo cual dependiendo del caso, la paciente continúa con medicamentos. De todas formas, el control periódico con su especialista es clave para analizar la evolución del tratamiento realizado”, afirma.

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La importancia de la detección temprana y el acceso a un tratamiento adecuado y oportuno es fundamental para reducir los riegos que puede provocar el desarrollo de esta compleja enfermedad.