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De acuerdo a un estudio hecho por la Escuela de filósofos de los Colegios Brains, en España, la mejor forma de prevenir la violencia de género es educar a los niños desde la igualdad y para lograrlo nos comparten el siguiente decálogo de prácticas que los adultos debemos aplicar.

1. Observar y escuchar

Observar la forma en que los niños se relacionan con sus compañeros y escuchar los conceptos que utilizan al comunicarse con ellos.

2. Acabar con los prejuicios

Cuando un niño afirme un prejuicio, hay que ayudarlo a razonarlo hasta que se autodestruya. Por ejemplo: si afirma que lavar trastes es de mujeres, podemos preguntarle por qué piensa qué es de mujeres y si cree que un hombre no sabe lavar trastes, así hasta que él solo descarte esa idea.

También debemos poner atención a la discriminación hacia el género masculino, pues aún existe la percepción de que los niños deben ser más duros que las mujeres sensibles; evitemos ridiculizarlos por llorar y hagámosles saber que no tiene nada de malo mostrarse sensibles.

3. No es bueno generalizar

Explicarles que todos tenemos características propias de nuestro sexo, pero que independientemente cada persona es única y tiene habilidades, virtudes y defectos, que no tienen que ver con ser hombre o mujer.

4. Involucrarlos en las tareas del hogar

Asignarles responsabilidades por igual, ya sea niño o niña hay que encargarles actividades que tradicionalmente han sido consideradas tanto como cosas de mujeres, como cosas de hombres.

5. Debatir

Hablar con los niños acerca de la información que reciben en la escuela, la televisión, sus amigos, etc., de esta forma generamos el hábito de conversar y discutir opiniones en un punto de encuentro diario con los integrantes de la familia. Además, al contrastar ideas, fomentamos su capacidad de escucha, nutrimos su espíritu crítico y podemos entender cómo son, qué piensan y cómo se sienten.

6. Comprender nuestras propias limitaciones en cuanto a género

Esta es una tarea que empieza en los adultos, debemos de aprender a observarnos con ojo crítico y comprender nuestras limitaciones, así como corregir aquellas actitudes discriminatorias que tenemos, debido a los roles que nos asignaron desde pequeños, con base en nuestro género.

7. Responder dudas

Procurar acompañarlos cuando ven televisión para que podamos limitar su acceso a contenidos nocivos y poder resolver cualquier duda que surja respecto a lo que ven, incluso las preguntas incómodas acerca de sexo y relaciones de pareja.

8. Fomentar juegos universales

Enseñarles los juegos tradicionales que no tienen roles definidos ni pasan de moda, como ‘la gallinita ciega’, ‘doña Blanca’, etc.

9. Dar ejemplo

Somos la principal fuente de información de los niños; ellos nos observan e integran todo lo que les comunicamos para repetir nuestras palabras e imitar nuestros comportamientos, ¡son como esponjas! Los patrones de comportamiento se heredan, así que es conveniente que reflexionemos sobre los valores que les estamos transmitiendo, haciéndonos preguntas como ¿quién toma las decisiones importantes en casa? o ¿cómo organizamos las tareas del hogar?, para evitar influenciarlos con ideas en cuanto a géneros y dejar que vayan creando sus propias opiniones, siempre fomentando el respeto y la empatía por lo diferente.

10. Seguir aprendiendo

Toda la vida tendremos que estarles enseñando buenos hábitos, por lo que debemos de tratar de ser la mejor versión de nosotros mismos, para lo cual es necesario que comprendamos la realidad de nuestro entorno y, si vemos que el papel que se le ha asignado a hombres y mujeres durante años, hoy ya no funciona, intentar que esa percepción cambie.

En casa, los padres son el ejemplo a seguir; sin embargo, todos tenemos la responsabilidad de hacer lo que nos toca para romper nuestros propios prejuicios y lograr la igualdad que tanto queremos.