Ya estamos a 14 de diciembre, en solo 10 días más estaremos reunidos con quienes amamos celebrando la Navidad, el nacimiento de un pequeño Niño Santo en un sencillo pesebre.

Como tradición, nos hacemos regalos. Pero creo que esta tradición ha perdido sentido e importancia.

Recuerdo que cuando niña esperaba ansiosa la Navidad y la llegada del Viejo Pascuero. El regalo que con más cariño recuerdo fue un simple peluche y un pijama ¡Hoy es tan distinto!

La lista de regalos de mis hijos incluyen en último modelo de Nintendo personal, un Tablet, Smartphone, computadores… cosas que a mi, cuando pequeña, jamás se me habría ocurrido tener. Y lo peor de todo es que más de alguna de esas cosas puede ser que lleguen. Si, lo peor de todo, porque  no le entregaré una experiencia, un sentimiento, solo una cosa.

Hemos perdido la intención de regalar por ver la sonrisa en el otro, por demostrarle que lo que le regalamos es porque lo conocemos y sabemos que lo va a hacer feliz… ¡Perdimos la intención de hacer feliz al otro!

Muchos de nosotros entramos en la vorágine de comprar y comprar: regalos de amigos secretos, a la familia, los amigos, el conserje, la nana, el señor de la basura… ¡Dios! Un lista sin fin. Y me pregunto ¿Ese regalo tiene sentido o es solo hacerse presente? No será mejor cambiar un vino de cortesía por una conversación honesta y un abraso sincero. Cambiar una cartera, por un café bien conversado con una amiga. Cambiar el Tablet ultra moderno, por un día en la plaza. A fin de cuenta, la felicidad está en los momentos y no en las cosas.

Pero es difícil salir de este sistema y cambiar.

De todas formas la próxima semana estaremos todas corriendo por las calles buscando la Barbie de moda que está agotada en todos lados y  jugando al amigo secreto hasta con los vecinos. Sólo espero que cuando lo hagamos estemos pensando más que en LO que regalaremos, si no que  A QUIEN se lo regalaremos.

Navidad es una buena forma de expresar afectos, de entregar cariño a cambio de nada, de compartir y ser felices, de disfrutar en familia y disfrutar a cada uno de “los nuestros”, de sentarnos a mirar nuestra vida y darnos cuenta si somos felices o cuales cosas tenemos que cambiar para que así sea.

Así que las invito a que más que juguetes, ropas y cosas electrónicas, regalemos momentos y vivencias, cariños y sonrisas, besos y abrazos… les puedo asegurar que tendremos una Navidad mucho más plena y feliz.

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Por Memé Carrancá de Mujer y Punto