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Hace algún tiempo me la he llevado hipotetizando, qué será lo que sucede en las parejas de hoy, donde los límites en relación a todo orden de cosas, parecen cada vez ser más difusos. Más precisamente, donde acrecienta ser, que ya no hay una línea implícita que divide al otro de mí, que me permita sentir que a pesar de que no esté aquí, a mi lado y relatándome todas sus sensaciones, sigua existiendo la misma relación de confianza. A momentos me da la sensación de que “el ser pareja” en la actualidad, significara algo así como “devorarse” al otro, hacerlo tu propiedad, con el fin de que nos dé cierta seguridad de control externo, y así todo ande “estable” (adoro ese término, cuando se utiliza dentro de una pareja, a momentos me parece la palabra más sutil para simbolizar; “mientras sepa todo lo que haces, estaré muy tranquilo/a”).

¿Qué podría ser por lo tanto, lo que sucede aquí? ¿Podríamos suponer que debido a la gran cantidad de infidelidades que nos atacan en historias escuchadas hasta en la micro, que ya desintegramos hasta la primicia de una base de confianza en nuestras relaciones amorosas? ¿Podría ser quizá, la gran necesidad de los seres humanos, de controlar todo lo que resta a su alrededor, para sentir que todo está bien? ¿O que mientras más cerca tengas a tu pareja, mejor estará todo?

Y es aquí donde me percato que comienza el problema. Es aquí donde a la vez, nuestra misma sociedad nos bombardea de conceptos y técnicas psicológicas para “mejorar” nuestra relación. Mejora que tiene como principio básico: “lo primordial es la comunicación”. ¿Hasta donde tenemos que comunicar absolutamente todo lo que nos sucede? ¿Quién dice que es lo mejor para mi relación? ¿No cabe la posibilidad quizá de que hay “cosillas” absolutamente mías que no quiero compartir con nadie? Ejemplo más caricaturesco: la clave del mail. ¿Por qué hay que compartir la clave personal? ¿Te parece de más confianza tu relación, porque manejas hasta su “cyber espacio”? ¡Si hasta el “baño espacio” se invade también hoy! ¿Les parece eso también confianza? ¿Si eso es confianza, qué es entonces intimidad? Un sujeto muy sabio me dijo: “la intimidad es un espacio sacro, y debería producir la misma sensación que cuando uno entra a una iglesia, en el  instante que entras, sientes  que algo es diferente, deja de ser lo mismo que estar fuera de ella”. Y es precisamente esto amigas/os, lo que hoy hemos descuidado.

Invadir la intimidad del otro, no generará más confianza en una pareja. A mi parecer lo único que podría generar, es ir gradualmente bajando la intensidad de nuestro deseo. Ese deseo que se mantiene vivo esencialmente por permitirle a nuestro otro esas “cosillas”.

Es así señores/as,  que la confianza no se logra apropiándonos de la persona, ni investigando sus espacios, ni expresándole absolutamente todo lo que pasa por tu mente. Aprendamos a diferenciar aquella línea imaginaria, donde “yo y tú” somos diferentes personas, quienes compartimos infinitos sentimientos, pero donde cada quien conserva su propio “espacio sacro”. Ese espacio, donde no eres bienvenido siempre, donde tienes que entrar en silencio y donde las normas no deben ser respetadas porque el otro lo imponga, sino simplemente, porque sientes que es así.