Ante las situaciones adversas, como puede ser el caso de la pérdida de un ser querido, algunas personas sufren secuelas a lo largo de toda la vida. Otras, la mayoría, se sobreponen y la intensidad de sus emociones negativas (como la ansiedad y la depresión) van decreciendo con el tiempo y ellas se adaptan a la nueva situación.Hay un tercer grupo de personas a las cuales la vivencia del trauma las hace crecer personalmente y sus vidas adquieren un nuevo sentido y salen fortalecidas.

Investigadores de la Unidad de Psicología Básica de la Universidad Autónoma de Barcelona analizaron las respuestas de 254 estudiantes de la Facultad de Psicología en diferentes cuestionarios, para evaluar su nivel de satisfacción con la vida y encontrar relaciones con su resiliencia y con la capacidad de reparación emocional, uno de los componentes de la inteligencia emocional, que consiste en la habilidad de controlar las propias emociones y las de los demás.

Los datos del estudio han demostrado que los estudiantes más resilientes, el 20% de los participantes en la encuesta, tienen más satisfacción con la vida y son también aquellos que creen que pueden controlar sus emociones y controlar su estado de ánimo. La resiliencia tiene, por tanto, un efecto predictor positivo sobre la satisfacción con la vida.

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La resiliencia se puede practicar
“Algunas de las características de las personas resilientes pueden ser entrenadas y mejoradas, como la autoestima y la regulación de las propias emociones”, afirman los autores del estudio.”Con este aprendizaje se podría dotar de recursos a las personas para facilitar su adaptación y mejorar su calidad de vida “, explica Joaquín T. Limonero, profesor del Grupo de Investigación en Estrés y Salud de la UAB, y coordinador de la investigación.

En la investigación, publicada recientemente en Behavioral Psychology.