You are currently viewing Los síntomas de la codependencia que no deben pasar desapercibidos

¿Cómo soltar algo que me hace daño? ¿Cómo separarme de aquello que lastima? ¿Por qué entre más me siento violentada, menos límites pongo? Inexplicablemente me nace el querer rescatar a mi pareja, sentir que él me necesita y no logro ver lo que realmente yo deseo.

Me siento con gran culpa al querer separarme de la pareja que me ofende y quien hace que muchos de  mis días esté fastidiada. Por una u otra razón existe algo dentro de mí que me obliga a no derrotarme o rendirme. Esa fuerza me impulsa a salvar mi relación por más inaguantable que sea.

 

No logro contactar ni sentir mi dolor emocional. Es común acostumbrarme a dar, hacer y sentir algo por alguien más. Ya estoy acostumbrada a aceptar que lo que duele es normal y día a día me siento más anestesiada.

¿Qué es?

Estos síntomas de adicción a los problemas del otro se llama codependencia. Existe un patrón inconsciente de rescatar a la otra persona. Por miedo a ser abandonada te aferras a las necesidades de tu pareja. De esta forma te sientes necesitado, apreciado y valorado lo que te lleva a aguantar situaciones de violencia física, emocional y psicológica.

El codependiente es experto en el uso del mecanismo de defensa llamado la negación. Su reacción es ignorar lo que sucede.  El codependiente es capaz de ofrecer mayor objetividad dando un consejo a algún familiar, o a algún amigo pero es incapaz de responderse a sí mismo. Parte de nosotros sabe la verdad, pare de nosotros sabe lo que no es real. Ocupas el papel de “terapeuta” donde identificas los problemas de tu pareja y dejas a un lado a quien de verdad necesita ayuda: tú.

Cuando se vive una relación de codependencia se está dispuesto a ver lo que el otro necesita.

Quien vive inmerso en la codependencia logra saber controlar. Si, el control significa la defensa ante la vulnerabilidad. No me gusta sentirme incómoda o darme cuenta de mi dolor emocional, es debido a esto por lo que controlo. Siento que controlo mi vida y siento que me desmorono cuando no logro sentir que tengo las riendas de la vida de mi pareja. Siento una angustia desbordante cuando no me contesta el teléfono, cuando dice que llegará a las 10 pm y llega a las 11 pm. Sin embargo aceptar la impotencia y rendirme al control es darme cuenta de lo que sufro y de lo tóxica que es mi relación. ¡No estoy lista para querer darme cuenta y dar el siguiente paso!

Los síntomas de la codependencia son unos fuertes focos rojos. El querer darse cuenta de esto es admitir una fuerte verdad: soy impotente ante mucho de lo que sucede en mí alrededor y debo buscar la forma de amarme, respetarme y saber que merezco algo valioso en esta vida.

Trato de agradar a los demás: Hacer algo para agradar a otros significa hacer las cosas sólo para que otros nos quieran. Generalmente hacemos esto porque no creemos que otros puedan querernos o amarnos de otra forma.

En momentos me encuentro haciendo favores que no quiero realmente hacer. No sé decir que no. Zafarme de compromisos es algo impensable en mí. Tengo el deber ser inmerso en mi actuar y me da culpa poner límites y decir ¡NO!

Perfección: No existen relaciones perfectas, pero si relaciones sanas. La codependiente logra en su actuar tratar de ser perfecta. Buscas resolver, ayudar, y observar a los demás lo que hace que  olvides tus necesidades emocionales.

Ahora entiendes porque muchos días despiertas de malas, estas enojada con el mundo. El hecho de querer complacer y de no poner límites es algo que te sobresatura. Hablar de “tus  problemas” es extraño, y no sabes cómo hacerlo. No le encuentras sentido. Después de pasar años negando la realidad por fin comienzas a ver, admitir y aceptar la verdad: yo había vivido con personas emocionalmente discapacitadas (alcohólicas, violentas, chantajistas, mentirosas) durante tanto tiempo que me había enfermado.

Obsesionarse: Obsesionarse es lo que sucede cuando nuestra energía mental se enreda compulsivamente en patrones improductivos de pensamiento. Te das cuenta que pierdes mucho tiempo de calidad en el estudio o trabajo sin poder concentrarte. Tus días dependen de cómo está tu relación. Tú estado de ánimo se rige en base a si tuviste una discusión con tu pareja, si te pidió espacio, si te atreviste a ponerle un límite, etc.

Obsesionarse te distrae de lo que realmente duele. Te coloca en posición de querer resolver lo que es irremediable. Es por ello que uno debe enfrentar y admitir la ingobernabilidad, el dolor y las pérdidas en nuestra vida.

-Sobrecuidar: El codependiente asume la responsabilidad de otros y no la responsabilidad de sí mismo. En momentos te conviertes en experto al querer reparar la vida de tu pareja. ¡Mi pareja tuvo una infancia dolorosa! ¡Nadie entiende a mi esposo, en el fondo es bueno. Aprendes a ofrecer tus ojos para mirarlo siempre y las manos para protegerlo y rescatarlo.

Cuidar en forma codependiente te hará sentirte usada, victimizada, no apreciada y fracasada en tus esfuerzos. Preguntarte de vez en cuando qué quieres en vez de siempre ver lo que necesita tu pareja, haría la diferencia.

Resentimiento: Indudablemente buscas aparentar que estás bien con tu pareja. Sin embargo haciendo un recuento minucioso, te das cuenta que existen sentimientos de mucho enojo que no has logrado enfrentar, resolver y soltar.

Ante cualquier pleito salen situaciones del pasado donde te sientes atorada. ¿Cómo lograr recuperarte? ¿Cómo elaborar lo que enoja y duele al mismo tiempo? Lograr sanar y elaborar el resentimiento es, sentir. Soltar nuestro enojo y tomar la acción de poner un límite para hacer una reparación y poder perdonar.  “Me escondí en una relación para no tener que tratar conmigo misma”:

-El amor no debe de doler: Las relaciones de pareja presentan períodos de crisis sin embargo a lo largo de la relación debe existir una mayor cantidad de momentos sanos y de grata convivencia.

Como adultos, es común repetir lo que vivimos o tener creencias acerca de cómo es que el amor es sinónimo de sufrimiento. Efectivamente, el amor duele si tenemos muchas heridas emocionales no resueltas desde la infancia, como falta de atención, abandono o violencia. Al estar herido, estás  indispuesto para amar ya que buscas estar a la defensiva o tratas de controlar o  convertirte en alguien abusivo o permites que te cometan abusos.

Ser adulto sano significa saber poner límites para hacer espacio hacia experiencias positivas.

Las heridas duelen, sin embargo el amor no debe de doler.

Por: Helena Lebrija

Helena es colaboradora de Mujer y Punto, psicóloga clínica dedicada al área emocional de las personas. Apasionada de temas como la pareja, relaciones codependientes, patrones destructivos y autoestima. Promueve el cambio en uno mismo como consecuencia para estar bien con los demás. Convencida que uno logra encontrar sentido a su vida cuando le permite ofrecer sentido a la vida de los demás.

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Consultorio: Bosque de Duraznos #75 (604B) Colonia Bosque de las Lomas. Ciudad de México.

 

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