Este domingo 8 de abril es la maratón Santiago y será la tercera vez que participo en esta gran fiesta deportiva. Correré 21 kilómetros y esta vez llego distinta a esta experiencia deportiva, llego con la alegría de disfrutar y atesorar ese momento, que cuando vas corriendo las gente sale a la calle y te alienta a seguir, a no detenerte para cruzar la meta.
Esa instancia es más que un actividad deportiva, para mi es la señal, que la determinación la fuerza interior es maravillosa, porque yo no tenía ninguna preparación física extraordinaria, y comencé mi vida deportiva hace solo 3 años.
Logré correr el 2016, por primera vez, 21 kilómetros y cada vez que tengo un día difícil, recuerdo ese momento, vuelvo a ese día donde estaba ansiosa, preocupada, si iba a ser capaz de cumplir mi desafío deportivo, qué pasaría si no cruzaba la meta, qué me llevaba a levantarme a las 5:30 am para ir a correr la Maratón Santiago, siendo que para mí las mañana son complicadas, qué hacía que yo estuviera dispuesta a desafiarme físicamente.
Cuando cruce la meta después de haber corrido 21 kilómetros, encontré respuesta a esa preguntas sentí que ya no tenía excusas para decidirme hacer protagonista de mi vida, para a atreverme a emprender cualquier desafío porque había podido correr 21 kilómetros y cada vez que tengo complicaciones reflexiono en ese momento para volver al equilibrio.
En la actualidad a pocos días de volver a correr 21 kilómetro, estoy feliz con nuevos proyectos que me tienen muy conectada conmigo, pero sobre todo muy consciente de que los sueños se alcanzan planificando y disfrutando el camino.
El deporte me han enseñado de disciplina, constancia y paciencia. Las invito a que exploren y encuentren lo que las hace brillar, a que se conecten con las personas, momentos y cosas que las hacen felices. He aprendido que en la medida uno se enfoque en potenciar los talentos y habilidades, sin tantas comparaciones sino más bien centrándote en tus alegrías, se obtienen más fuerzas para enfrentar con determinación los momentos que no son tan fáciles. Aprendí que la felicidad no está en la ausencia de problemas, sino en la actitud y estabilidad emocional con la que enfrentamos los momentos complejos, en la vulnerabilidad, es donde más creativas somos y podemos optar por sacar lo mejor versión de nosotras.
Encontré un lugar en el deporte y agradezco a mi amiga del alma que me invito un día al cerro San Cristóbal y comencé a disfrutar el correr por las calles de Santiago a tener pasión en la vida. ¿Y ustedes están dispuesta a correr por sus sueños?
Paula Sempe
