You are currently viewing ¿Por qué un plato bien presentado hace tus comidas más sabrosas?

Un nuevo estudio dirigido por el profesor de física de los alimentos, Charles Spence, de la Universidad de Oxford, ha causado gran revuelo en la industria alimentaria. En él, ha quedado demostrado, sin lugar a dudas, que al preparar una comida o una cena, si el plato se ve bien presentado, entonces su sabor es efectivamente mejor, sin que ello tenga relación alguna. Es una sensación el hallazgo y el resultado de una sensación física el motivo.

Ya se preguntará qué hace que un plato guapo sea más apetitoso, si no es más que mera superficialidad. El equipo de Spence descubrió que, incluso en platos elementales y básicos del menú diario, una presentación pensada y armoniosa, provocaba que los invitados a la mesa encontraran la comida más sabrosa. Ejemplo de ello, fue servir un filete cortado horizontalmente en rodajas de manera que éste exhibiese su color interior. Por el contrario, luego se sirvió el mismo trozo de carne, a las mismas personas, sin cortar sobre el plato, con acompañamiento. La elección por el primero fue desequilibrante en las preferencias de los convidados, siendo que la preparación de la carne era exactamente la misma.

comida

El otro experimento consistió en una ensalada. Quedó en él comprobado que servir el pepino cortado en rodajas muy delgadas y finas, sobre el resto de los vegetales, hacía del plato considerablemente más apetitoso y además, aparentemente más costoso que el que vertía los vegetales, en una fuente, revueltos.

En el caso de la ensalada, los convocados estuvieron dispuestos a gastar tres veces más por un plato decorado con dedicación. A la hora de ser cuestionados respecto del valor de la comida, el plato más guapo recibió una bonificación de $2750. No así, la ensalada servida sin preparación que consiguió sólo $970. Queda de manifiesto que el valor que le dan a la presentación del plato equivale a dos veces el valor de los ingredientes vertidos en él. Por lo tanto, cuando se trata de comida, parece ser que las personas están dispuestas a gastar un poco más por una labor más atenta y dedicada.

Lo primero que hay que notar es que ni este estudio, ni este artículo plantea platos sumamente elaborados que tienen pinta de restaurants. No son más que preparaciones caseras. Esa lechuga, tomate, bistec y esos pepinos, pueden perfectamente hacer además de una obra de arte salida de su cocina, un plato más rico y gustoso. No se trata de una sofisticada preparación gourmet, sino sólo un asunto meramente estético: la presentación. El estudio contempló únicamente los ingredientes de una ensalada común y corriente, un trozo de carne y algunas semillas.

Este componente comprueba que la necesidad de un look adecuado no está precisamente en los ingredientes nuevos, desconocidos y a veces más costosos. Es sólo la creatividad y destreza del chef para ubicar los elementos en el plato y seleccionar la loza y cuchillería indicadas para crear el juego preciso. Puro talento e imaginación. El convertir un plato con lechugas, zanahoria algo de queso fresco y unas semillas, es, de hecho, una obra de arte.

Por: Natalia Vidal Toutin

Fotos de: pinterest

Un nuevo estudio dirigido por el profesor de física de los alimentos, Charles Spence, de la Universidad de Oxford, ha causado gran revuelo en la industria alimentaria. En él, ha quedado demostrado, sin lugar a dudas, que al preparar una comida o una cena, si el plato se ve bien presentado, entonces su sabor es efectivamente mejor, sin que ello tenga relación alguna. Es una sensación el hallazgo y el resultado de una sensación física el motivo.

Ya se preguntará qué hace que un plato guapo sea más apetitoso, si no es más que mera superficialidad. El equipo de Spence descubrió que, incluso en platos elementales y básicos del menú diario, una presentación pensada y armoniosa, provocaba que los invitados a la mesa encontraran la comida más sabrosa. Ejemplo de ello, fue servir un filete cortado horizontalmente en rodajas de manera que éste exhibiese su color interior. Por el contrario, luego se sirvió el mismo trozo de carne, a las mismas personas, sin cortar sobre el plato, con acompañamiento. La elección por el primero fue desequilibrante en las preferencias de los convidados, siendo que la preparación de la carne era exactamente la misma.

comida

El otro experimento consistió en una ensalada. Quedó en él comprobado que servir el pepino cortado en rodajas muy delgadas y finas, sobre el resto de los vegetales, hacía del plato considerablemente más apetitoso y además, aparentemente más costoso que el que vertía los vegetales, en una fuente, revueltos.

En el caso de la ensalada, los convocados estuvieron dispuestos a gastar tres veces más por un plato decorado con dedicación. A la hora de ser cuestionados respecto del valor de la comida, el plato más guapo recibió una bonificación de $2750. No así, la ensalada servida sin preparación que consiguió sólo $970. Queda de manifiesto que el valor que le dan a la presentación del plato equivale a dos veces el valor de los ingredientes vertidos en él. Por lo tanto, cuando se trata de comida, parece ser que las personas están dispuestas a gastar un poco más por una labor más atenta y dedicada.

Lo primero que hay que notar es que ni este estudio, ni este artículo plantea platos sumamente elaborados que tienen pinta de restaurants. No son más que preparaciones caseras. Esa lechuga, tomate, bistec y esos pepinos, pueden perfectamente hacer además de una obra de arte salida de su cocina, un plato más rico y gustoso. No se trata de una sofisticada preparación gourmet, sino sólo un asunto meramente estético: la presentación. El estudio contempló únicamente los ingredientes de una ensalada común y corriente, un trozo de carne y algunas semillas.

Este componente comprueba que la necesidad de un look adecuado no está precisamente en los ingredientes nuevos, desconocidos y a veces más costosos. Es sólo la creatividad y destreza del chef para ubicar los elementos en el plato y seleccionar la loza y cuchillería indicadas para crear el juego preciso. Puro talento e imaginación. El convertir un plato con lechugas, zanahoria algo de queso fresco y unas semillas, es, de hecho, una obra de arte.

Por: Natalia Vidal Toutin

Fotos de: pinterest