Hablar de pataletas inmediatamente trae a nuestra mente el recuerdo de algún momento en el cual nuestro pequeño angelito se transformó en un demonio. Sin embargo, es necesario entender que este comportamiento es una conducta normal en la infancia que aparece al año de vida y se intensifica entre los 24 y 48 meses.

Las pataletas son una manifestación de rabia que se produce al percibir que una demanda realizada no ha sido gratificada a tiempo, o bien, se impide hacer lo que se desea. Ésta se caracteriza por ser explosiva e intensa, pudiendo aparecer en cualquier contexto, siendo esto último lo que más nos complica como padres. Richard Tremblay, psicólogo canadiense especialista en el estudio de la agresividad, plantea que la agresión aparece en la infancia como un modo natural de expresar la rabia y como un instrumento natural para alcanzar una meta u obtener un fin, logrando su regulación con la edad al aprender nuevas estrategias de resolución de problemas.

Pero la pregunta que los padres nos hacemos y esperamos respuesta es ¿Qué hacemos cuando se produce una pataleta?.

  • La pataleta tiene un inicio que debe ser percibido a tiempo por el adulto. Cuando nuestro hijo desea algo, comenzará a solicitarlo explícitamente a través del habla, llanto o indicaciones con su dedo. Este es el momento más importante en el control de una futura pataleta, es aquí donde podemos cambiar el foco de interés si la demanda es algo que no podemos satisfacer.
  • Cambiar de foco no es desviar simplemente la atención, se trata de PROPONER una alternativa a lo solicitado por el niño estableciendo una negociación con éste. La idea es proponerle algo diferente pero lo suficientemente atractivo.
  • Es importante tener en cuenta que en la negociación, la emoción predominante en ti debe ser contraria a la de tu hijo. El objetivo es neutralizar la situación y no aumentar la intensidad emocional.
  • Finalmente, la pataleta representa la pérdida de control del niño consigo mismo y NO la “manipulación o control” sobre ti.
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Pero si no pudiste captar el inicio de la pataleta y ésta se desencadeno, aquí van algunas sugerencias:

1.- No intentes calmar a tu hijo con palabras, éstas aumentarán la intensidad.

2.- No lo dejes solo, quédate a su lado sin hablar ni mirar con reproche. Recuerda que la comunicación es verbal como no verbal, por lo que el mirar con una intención es sinónimo de decir algo. Tu presencia silenciosa hará que comience a autorregularse.

3.- No cedas a su petición por vergüenza y/o desesperación, solo acompaña hasta que cese la manifestación para luego abrazar sin hablar. Lo central es NO decir nada hasta que se haya regulado, ya que la interferencia emocional impedirá una comprensión de lo verbalizado, solo será “apagar un incendio con bencina”.

4.- Cuando se haya calmado contenlo, y no lo reproches ya que el proceso de estabilización es oscilante.

5.- Una vez tranquilo y lejos del lugar de conflicto, busca un momento para conversar validando su rabia, pero recriminando su conducta “entiendo que tengas rabia, pero no es forma de manifestarla”.

6.- Por último, ten siempre presente que los niños aprenderán a regularse en la medida que su ambiente más cercano les modele conductas de autorregulación, es decir, enséñales y que ellos vean en ti distintas alternativas a la hora de solucionar un problema  y NO solo la actuación de la emoción predominante.

Por eso, ten mucho cuidado cuando algo te frustra….. No vaya a ser que tú actuar esté dando cuenta de una gran pataleta.

Por Gabriela Capurro

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