Un amigo que conoce el mercado de los autos de lujo, me dice que son muchos, más de los que uno se imaginaría, los señores que compran un auto muy caro, lo usan menos de un año y lo vuelven a cambiar por otro más caro. En cada “pasada” pueden perder hasta 20 millones de pesos. Y les da lo mismo. Lo que importa es el gustito. El olor a nuevo. La sensación de ser grosso.

El presidente de Enersis y, al mismo tiempo, Presidente de la Bolsa de Comercio, Pablo Yrarrázaval, que está en el ojo de la tormenta por una operación bursátil que nos ha hecho a todos los chilenos más pobres, dice que se ha sentido “injustamente cuestionado”.

La admirable organización Desafío Levantemos Chile hace un elegante remate con el objetivo de juntar fondos para quienes más lo necesitan, e invitan a la gente más rica de Chile. Es evidente que si eres millonario, te “convidan” a un evento de este tipo, aceptas y te dan ubicación privilegiada, es para que te pongas con generosidad. ¿Quién creen que es el único que levanta la mano cuadro por medio? Leonardo Farkas. El resto, ya sea por su incomprensible pudor o por que son simplemente miserables, apenas se pronuncian.

La antes marketera Universidad Uniacc, que durante años cobró fortunas por entregar diplomas, hoy no tiene acreditación para el 2012 y sus alumnos no pueden optar al Crédito con aval del Estado. El Uniacc está en serio riesgo de quebrar y eso significa que los títulos de esos miles de estudiantes, que endeudaron a sus familias por años, valdrán menos. Mucho menos de lo que alguna vez valieron.

Soy una persona afortunada. Tuve educación privilegiada, vivo en una comuna privilegiada y nací en el lado de los que más se benefician con esta economía de mercado. Sin embargo, hace rato que siento resentimiento. Impotencia. Rabia. Pero una bronca algo diferente a la habitual.

No odio al empresario rico por ser rico. No me molesta que la plata circule y se la ganen los que generan pegas. Lo que me violenta es lo idiota que puede llegar a ser una buena parte de la elite económica de Chile.

Torpes, cortoplacistas, miopes y avaros: si los que más tienen se siguen sentando en la gente, si se puede ser tan caradura como los directores y el presidente de Enersis, si se sigue refregando el Maserati o el Ferrari en la cara de los otros, si nos siguen vendiendo títulos universitarios carísimos que no sirven para nada, lo único que van a conseguir es destruir lo que distingue a este país de casi todo el resto del continente.

Es decir, una economía que tiene bases sólidas, una reputación de seriedad que vale oro en el mundo financiero y un sistema político que  -a pesar de grandes pifias- logra ponerse de acuerdo en un mismo tipo de sociedad.

Si nuestros empresarios y parlamentarios no entienden que reírse en tu cara es pan para hoy, pronto van a llegar los caudillos a poner “orden”. Ese orden maravilloso que hay en Venezuela, Argentina, Cuba, Bolivia y Ecuador. Es ahora o nunca. La gente en Chile ya no aguanta más mugre como la de La Polar, la Universidad del Mar, las isapres subiendo los planes año a año y Enersis destruyendo nuestros ahorros previsionales.

Piénsenlo de la siguiente manera: ¿si yo, que soy de los afortunados, estoy encabronado, cómo creen que se siente el 85% que ha tenido menos suerte? O ustedes señores, que tienen la sartén por el mango, se ponen las pilas o la ambición va a romper el saco. Y nos va a doler a todos.

Rodrigo Guendelman

www.guendelman.cl