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El “Chipe Libre” y algunos mitos en torno al amor: ¿Si soy infiel quiere decir que no amo a mi Pareja?

“Si se trata de un amor verdadero, no nos atraerán otras personas, no seremos nunca infieles y querremos satisfacer todas nuestras necesidades afectivas y pasionales únicamente con la persona amada, en todo momento y durante toda la vida.” 

Estas creencias son algunos de los mitos que existen en torno al amor romántico y que la nueva teleserie nocturna del canal 13 pondrá arriba de la mesa, cuestionando nuestra forma de vivir en pareja. “Chipe Libre” ha suscitado anticipadamente mucho revuelo debido al controvertido tema que muestra. En algunos medios nos han entrevistado para recabar nuestra opinión en calidad de especialistas en terapia de pareja. Acá les ampliamos nuestra posición al respecto.

Los mitos que se han construido en torno al amor son tantos y generan tantas complicaciones a la pareja actual que ameritan un serio proceso de desmitificación, de repensar los supuestos que nos mueven en una relación, lo cual expondremos en detalle en un próximo libro. Por ahora nos centraremos en aquellas creencias que guardan relación con esta propuesta de “chipe libre”, especialmente el mito de la monogamia y de la fidelidad.

Según el mito de la monogamia, los seres humanos nos hemos inclinado desde siempre por tener una sóla pareja durante toda la vida; y, según el mito de la fidelidad, quien está realmente enamorado no sentirá atracción por otras personas, por lo que ser fiel le fluirá sin esfuerzo. Se presume que estas tendencias son naturales, genéticas, consustanciales al ser humano y, por tanto universales, es decir, habrían existido en toda cultura y en todo período histórico hasta la actualidad.

Sin embargo, esto no es así. De acuerdo con los expertos, los hallazgos de investigaciones en distintos campos (historia, antropología, socio-biología y neurociencia) han demostrado fehacientemente que dichas creencias respecto de la monogamia y de la fidelidad son un mito. Por ejemplo, a lo largo de su historia el homo sapiens ha adoptado distintas modalidades de unión sexual: monogamia, poligamia, poliandria y promiscuidad. Y hoy en día es muy frecuente la monogamia sucesiva o serial, suerte de poligamia encubierta en que se va rotando de pareja exclusiva cada cierto tiempo.

Por su parte el adulterio y la infidelidad han existido desde que se reglamentaron las primeras uniones de pareja en la Antigüedad y, desde el punto de vista estadístico, sería una conducta “normal”, dada su alta incidencia: hasta un 75% en los hombres y hasta un 60% en las mujeres. La predisposición de una determinada persona hacia la monogamia y la fidelidad responde tanto a contextos socio-culturales como a factores relacionales e individuales, algunos genéticos y otros por personalidad. Entonces, hoy existirían en occidente dos grandes opciones: una hacia la poligamia (liberalidad sexual) y otra hacia la monogamia (fidelidad y exclusividad).

Hay que tener claro que hoy vivimos en una cultura posmoderna – hedonista e individualista – donde los vínculos parecen más débiles y donde cualquier goce sería legitimo. No es de extrañar en este contexto que se desconfíe de la entrega y de los compromisos, se aspire a una total libertad y a ser completamente auténticos. Es dentro de esta forma de vivir donde caben estas nuevas tendencias como la monogamia serial, parejas abiertas, amor libre, swingers y este “chipe libre” que nos convoca.

No obstante, por otro lado, en el siglo XXI, todavía altos porcentajes de la población se casan por amor, literalmente se juran amor eterno hasta que la muerte los separe, se prometen fidelidad, construyen vínculos fuertes, consideran la monogamia como un ideal, optan por ser fieles y la gran mayoría opina que el adulterio es una conducta negativa que acarrea serias consecuencias. Esto último se debería a que en las relaciones de pareja impera – explícita o implícitamente – un contrato de fidelidad que se asocia a conceptos tales como confianza, honradez, lealtad y sinceridad. Ello a su vez deviene de un adoctrinamiento cultural de muy larga data, donde la monogamia se ha constituido en un valor ideal tan fuertemente arraigado que, si lo trasgredimos, inevitablemente afectará a todos los involucrados en el triángulo amoroso. De acuerdo con la visión popular del amor romántico que reina en nuestra cultura, dicha trasgresión será leída como ausencia de amor verdadero y por tanto ocasionará dolor, desconfianza y distancia. Recordemos que más que el hecho en sí, lo que nos afecta es la interpretación que nosotros mismos hagamos de ese hecho.

Suponemos que en la teleserie Chipe Libre, por ser justamente una teleserie, la pareja que es “aconsejada”(sic) a practicar este “chipe libre” fluctuará típicamente entre sentirse felices ante esta novedosa libertad y probablemente se involucrarán afectiva y sexualmente con otras personas, para culminar en ese manido happy end en que ambos se dan cuenta que el amor verdadero era su propia pareja.

Pero, si se tratase de una pareja de la vida real, el riesgo de terminar separándose es bastante alto, ya que el estar con una persona nueva se activan todos esos intensos procesos bioquímicos propios de las primeras fases de una relación de pareja que pueden conducir al obnubilamiento y a la confusión afectiva. Pueden confundir el enamoramiento pasajero con el amor sexual maduro. Lo que sí es seguro es que más de alguien va a terminar inevitablemente siendo dañado y sufrirá: cualquiera de los dos miembros de la pareja, la relación misma o, sino, la tercera persona del triángulo.

Ps. Alejandra Godoy

Si te interesa profundizar en este tema, te recomendamos leer el libro “Te amo, pero no te deseo” de los psicólogos y directores de CEPPAS Alejandra y Antonio Godoy.

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