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Me cae mal Chile en este momento. Dos universitarios tienen sexo al aire libre en una fiesta universitaria, un par de voyeristas los graban y los acosan, el vídeo se viraliza en Internet y las iniciales de la universidad se transforman en lo más visto de Twitter.

No voy a perder tiempo en analizar lo obvio, es decir, que los responsables de haber grabado y subido a la red esas imágenes merecen una pateadura de sus futuros compañeros de cárcel. No sé si fueron ellos mismos quienes identificaron los nombres de la pareja en la web y les pusieron hasta Hashtag, pero a quienes sean responsables les deseo al menos una fractura de tibia.

De quienes realmente me interesa hablar es de los cómplices de toda esta cacería moral: la gente que ha usado las redes sociales para decir cosas como “Bien weona la mina de la fiesta mechona. Si el vídeo se filtró es culpa de ella por andar pasando el choro en un lugar público”. O “Los únicos responsables del vídeo son los que fornican en cualquier parte”. O “Mis condolencias a la #UAI por sus mechonas 2013”. O “Matriculéese en la #UAI y tendrá de regalo la chauchera de la mina”. Lo más triste de todo es que muchos de los autores de estos comentarios son jóvenes, muy jóvenes. La mayoría, universitarios; y, para colmo de la poca solidaridad de género, mujeres. Gente que cree que tiene el derecho de escribir en 140 caracteres lo que se les ocurre, sin pensar un segundo en palabras como empatía, respeto, tolerancia y, como decía la canción de los Beatles, “Let it be”. Para qué. Mejor jugar a ser juez moral de Primer Plano y hablar a rienda suelta de los genitales de los demás.

¿De verdad puede ser condenable para alguien que una pareja de mayores de edad (entiendo que lo son o sino estarán a días de serlo) tenga sexo en una fiesta, escondidos detrás de un auto? Yo vi los videos (el de cuando son filmados en acción y el de cuando son sorprendidos por los idiotas) y sólo vi dos cabros gozando, tirando con ganas, moviéndose rico, pasándolo increíble. Yo habría querido ser cualquiera de ellos en mi primer año de universidad en 1987, pero en esos tiempos no pasaban estas cosas. O pasaban menos. O yo era muy gil.

El asunto es que cientos de personas se sienten con el derecho a pontificar respecto de lo puta que es ella, lo culpables que son por no haber estado en un lugar más privado, lo justo que es que paguen por calientes y hasta le hacen bullying a ella por no estar suficientemente depilada. País de mierda, pueblo chico, nación de castrados, tierra de reprimidos.

Así como la homofobia es el miedo del que la expresa a encontrarse con su propia homosexualidad, esta inquisición a dos pendejos gozadores es el miedo de ellas a encontrarse con su propia puta interna, es la envidia de ellos porque jamás han estado con una guapa como la del vídeo y es el asqueroso ejemplo de la televisión basura donde lo único que se hace todo el día es hablar del culo de los demás. Y les pagan por hacer eso. Eso sí que es vergonzoso. Eso es pornográfico. A esos debieran hacerles bullying. A esos debieran apuntar con el dedo. Me cae mal mi país en este momento. Me da vergüenza tener tanto compatriota veinteañero limitado y conservador. Me duele pensar que, en el fondo, las nuevas generaciones no son tan distintas y que el status quo seguirá mandando en este país. Espero estar equivocado. Espero que este sea el último Trending Topic que junte, en tres letras, lo peor de lo nuestro.

Por Rodrigo Guendelman

www.guendelman.cl