You are currently viewing 6 razones por las que no debes gritarle a tu hijo

Perder el control y sentir que vas a explotar es algo totalmente normal. Sobre todo cuando tus niños son pequeños y sientes que no te hacen caso en nada. Todo esto, nos lleva a un descontrol y comenzamos a gritarle a nuestro hijo.

Por mucho que al gritar logres frenar la situación que colmó tu paciencia, y comiencen a hacerte caso, la verdad es que no estás logrando ningún efecto positivo. Esto, porque sencillamente gritar entrena a los niños a no escuchar. Mientras más lo hagamos, más nos costará que aprendan sin el grito de por medio.

Además, los especialistas han determinado que gritarle a tu hijo, más que mejorar su conducta, la empeora. Y por otro lado, pueden generar en ellos conductas más violentas y destructivas con ellos y con su entorno.

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Potentes razones para no gritarle a tu hijo

La sicóloga española Mireia Navarro Vera entrega 6 potentes razones por las que no deberíamos gritarle a nuestro hijo.

Gritar “ensordece” a los niños

Cualquier aprendizaje, lección o lo que quieras lograr, con gritos no tendrá ningún efecto. No puedes esperar que te escuchen, aprendan y saquen lecciones después de tener una interacción a través de los gritos.

No ayuda para nada a gestionar las emociones

Los hijos son el reflejo de los padres. Si los adultos gritan, ellos también lo harán. Cuando gritamos y nos enojamos, les estamos mostrando que esa es la forma de gestionar esas emociones. Ellos van a ir internalizando esto, y probablemente la repitan en su vida adolescente y adulta.

Enseñar autocontrol desde pequeños

Hablar abiertamente de las emociones y de lo que les pasa, les ayudará a encontrar respuestas a lo que les sucede. Si nosotros no sabemos controlarnos, menos se lo podemos pedir a un niño que está descubriendo el mundo.

Gritarle los asusta

Los niños se asustan mucho cuando les gritas. Probablemente al principio sentirán miedo, pero después también aparecerán sentimientos de rabia e impotencia. No queremos que nos tengan miedo, queremos que nos obedezcan. Por lo tanto, claramente que los gritos no son la forma de lograr el objetivo.

Gritarle los aleja de nosotros

Con cada grito, no solo perdemos autoridad positiva con los niños, sino que también cada vez los alejamos más y hacemos que pierdan la comunicación con nosotros. Generamos distancia, frialdad y malestar emocional. Además, esto causa nerviosismo y estrés en los niños que los afecta en su desarrollo emocional y social.

Autoestima de los niños

Gritarle a tu hijo afecta directamente su autoestima. Se siente triste y comienza a dudar de él mismo.

Nunca olvidemos que los adultos somos nosotros. Tenemos que ser capaces de medir las consecuencias de nuestras reacciones. Si sentimos que estamos perdiendo la paciencia, vayamos a otro lado para esperar que pase ese momento y luego volvemos a intentarlo.

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