You are currently viewing 7 razones por las que siempre estás hambrienta

El hambre es la necesidad fisiológica de calorías, agua y sal, y está impulsado por una combinación de factores, incluyendo tu dieta, hormonas del apetito y los factores emocionales, como el estrés.

Averiguar por qué siempre estás hambrienta es importante, porque el exceso de hambre puede hacerte propensa a un problema de salud física o mental – y ceder a esta necesidad puede poner a tu cuerpo en un territorio peligrosamente insalubre.

Estos 7 puntos ayudan a explicar tu constante deseo por comer:

  1. Estás deshidratada.

La deshidratación leve a menudo se enmascara como la sensación de hambre, cuando en realidad tu cuerpo sólo necesita líquidos. La confusión ocurre en el hipotálamo, la parte del cerebro que regula tanto el apetito como la sed. Cuando estás deshidratada, el hipotálamo se confunde y te hace querer llenarte de carbohidratos. Si te pasa, trata de beber un vaso de agua y esperar de 15 a 20 minutos para ver si tu hambre desaparece.

  1. No duermes lo suficiente.

Dormir poco puede conducir a crecientes niveles de grelina, una hormona que estimula el apetito, así como la disminución de los niveles de leptina, una hormona que causa la sensación de saciedad. La falta de sueño de forma regular te hace voraz por otra razón. Después una mala noche, es más probable que sientas fatiga grave y confusión mental. Tu cuerpo, desesperado por una inyección de energía, provoca antojos de carbohidratos y azúcar, incluso si no estás realmente hambrienta. Procura dormir de 7 a 8 horas todos los días.

insomnio

3.      Estás demasiado estresada.

Cuando estás tensa, tu cuerpo eleva la producción de las hormonas del estrés: adrenalina y cortisol. Los niveles elevados de estas hormonas engañan a tu cuerpo haciéndole creer que está bajo ataque y necesita energía, por lo que tu apetito crece desmesuradamente. El estrés también reduce los niveles de la serotonina, lo que puede hacerte sentir hambre cuando no es así.

4.      No estás comiendo suficiente proteína.

Suena contradictorio, pero llenar tu plato con más comida – proteínas magras y grasas saludables – mantiene el hambre a raya. Las proteínas promueven la sensación de saciedad y suprimen el apetito. Consume por lo menos 46 gramos de proteína al día (yogur griego, huevos, carnes magras y granos enteros).

5.      Te saltas comidas.

Cuando te saltas comidas, mantienes tu estómago vacío por mucho tiempo, lo que provoca un aumento en la producción de la hormona del hambre grelina y esto ocasiona que cuando por fin te alimentes seas propensa a un atascón de comida. Trata de no dejar pasar más de 4 o 5 horas entre comidas.

6.      Comes muy rápido.

Para que el cerebro mande la señal al estómago de que ya se ha comido lo suficiente necesitan haber pasado, al menos, veinte minutos. Si comes demasiado rápido tu cerebro no registra la sensación de saciedad y sigues comiendo sin parar, aunque tu estómago se sienta a reventar. Come lentamente, saborea cada bocado y procura tomar agua a lo largo de toda tu comida.

7.      No estás consumiendo grasas saludables.

Ya sea que quieras perder peso o simplemente comer saludablemente, no hay que eliminar las grasas, pero sí buscar que sean grasas que aporten algo bueno a tu cuerpo. Encuéntralas en los aguacates (una mitad), nueces (6-8), semillas y aceites orgánicos.