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La adolescencia es una de las etapas más trascendentes de nuestras vidas… durante esos años entre los 12 (ahora las chicas son adolescentes a más temprana edad) y los 17 se forman muchas cosas de nuestro carácter y sobre todo, de nuestra autoestima.

He ahí que nuestra responsabilidad como madres es de suma importancia para que nuestras hijas crezcan con una autoestima sana, sin traumas ni preocupaciones adicionales a las que ya de por sí tenemos como seres humanos.

El rol que jugamos las mamás es fundamental, y así como nosotras siempre recordaremos comentarios de nuestras mamás que nos hicieron sentir más o menos especiales, ahora tenemos que poner especial atención a los comentarios que les hacemos a nuestras hijas.

Por eso nos llamó la atención un comunicado del Proyecto Dove® para la Autoestima, una organización que surgió en 2004 como parte del compromiso de esta marca con la educación de las futuras generaciones. Como parte de su investigación han encontrado que 9 de cada 10 niñas en el mundo quieren cambiar algo de su apariencia física y que sólo 11% de las pequeñas se consideran a sí mismas lindas.

¡11%! ¿Qué hubieran contestado ustedes a los 12 años si les hubieran preguntado si se consideraban bonitas? ¿Les hubiera gustado cambiar algo de su apariencia física? La respuesta seguramente es sí, porque todas crecimos luchando contra nuestro físico de alguna u otra manera.

De ahí la importancia de los mensajes que nosotros como padres enviamos a los hijos… El papel de los padres es educar, pero también formar un equilibrio para que las niñas entiendan el verdadero rol que juega la apariencia, porque la atención no se debe centrar en cómo se ve por fuera, sino en la persona maravillosa que puede ser por dentro.

Para que las niñas puedan valorar su interior, quien debe reconocerlo antes es la familia. En este mundo donde la imagen es lo que cuenta, el primer punto es saber qué tanto cometemos el error de solo mirar el exterior y qué tanto como padres, tíos, abuelos o primos hemos enseñado de ello a los pequeños.

Realiza una revisión, ¿qué comentarios tienes hacia las niñas? ¿Cuántas veces le has dicho a las niñas lo fabulosas que se ven por su figura o su vestido? Más allá de un protocolo estándar por iniciar una plática, piensa en las consecuencias de esos comentarios y cómo esos elogios se vuelven comunes para que la pequeña los repita.

Aunque nuestros comentarios son bien intencionados, si leemos entre líneas vemos que estamos reforzando la importancia de verse bien más que cualquier otra cosa. Y claro que la apariencia es nuestra carta de presentación, pero no es lo que debería definirnos como personas.

¿Cómo cambiaría la idea de todas esas niñas si en lugar de admirar su vestido admiráramos su inteligencia o su amabilidad o su disposición para ayudar a otros?

La doctora Christina Berton, experta en autoestima, dice que “elogiar a una niña enfocándose en sus acciones y comportamiento positivo la ayudarán a reconocer y valorar sus cualidades y a verse a sí misma de una manera mucho más positiva. En lo que todas las mujeres que las rodeamos debemos trabajar más es en reforzar la confianza en general de nuestras niñas.

Del mismo modo, debes asegurarte de que la pequeña tenga un grupo de modelos a seguir que la inspiren a alcanzar todo su potencial. Es normal tener iconos de belleza, pero aliéntala a encontrar la belleza en un grupo diverso de personas. Puede servir de ayuda pensar sobre cuáles son tus iconos en este sentido, cómo es la lista que tú sigues y cuántas de las mujeres que admiras están ahí por su belleza interior.

(Te recomendamos echarle un ojo al libro “Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes”)

Para que te sea más fácil entrar en este nuevo rol que debemos asumir las mamás de hijas adolescentes, te compartimos algunos tips de la experta de Dove en temas de autoestima:

Haz una lista positiva: escribe las cualidades que admiras de otros que no estén relacionadas con su apariencia.

Aplícalo a tu vida: ¿qué valoras en ti misma más que cómo te ves? ¿Hablas abiertamente de lo orgullosa que te sientes de las cosas que haces y explicas lo difícil que es conseguirlas?

Ahora aplícalo a tu hija: la clave está en contarle las maneras en que la valoras y las cosas que te hacen sentir orgullosa de ella, fuera de sus cualidades físicas.

Sé persistente: intenta ser tan específica como sea posible y dale ejemplos. Decir “estoy muy impresionada de ver todo el esfuerzo que hiciste en tu último ensayo de Español” tiene más significado que decir solamente “eres muy buena estudiante”

Pregúntale sobre sus modelos a seguir: es una buena idea ponerla a identificar lo que admira de otros – desde amigos y conocidos hasta celebridades. Pregúntale: “Si fueras tu prima, ¿de qué estarías más orgullosa?”

Piensa más allá de la belleza en el día a día: cuando hables sobre mujeres, ya sea para admirarlas o criticarlas, intenta darle razones que no se relacionen con su apariencia.

Sabemos que no es fácil cambiarnos el chip porque llevamos muchos años enfocándonos en la belleza física, pero definitivamente vale la pena el esfuerzo si vamos a ayudar a nuestras hijas a crecer mucho más felices, sin todos esos traumas que nosotras tenemos por tener la frente muy ancha o los brazos demasiado cortos.

¿Se suman a esta iniciativa por celebrar la belleza interior?