You are currently viewing Besé a un sapo pensando que era un príncipe

Es extraño hablar de esto, creo que ninguna mujer está preparada en un punto específico para hablar de sus ‘tragedias’. La única forma de hacerlo es cuando realmente sientes que has sanado, has dejado ir, y has sido libre, pues finalmente, más que tragedia, fue un aprendizaje.

Esta es la historia de amor, que termina en desamor, de esas que más de una ha vivido (o por lo menos eso creo), de lo que les voy a contar. Pues nadie comienza una relación pensando que en un punto va a terminar ¿cierto? Al contrario, amamos con locura y damos todo de nosotras, pensando en que, esta persona con quien imaginamos la vida, estará dispuesta a hacer lo mismo por nosotras. En mi caso, parecía así.

Todo empezó por el año 2010, conocí a alguien con quien compaginé en una linda amistad. Una de esas que se apoyaba hasta en los momentos de ayudarnos a conocer a alguien si nos gustaba, etc. Ambos eramos unos niños, seguimos siéndolo en edad, pero en esa entonces, yo sabía lo que quería y aparentemente él también.

Al cabo de un año nos encontrábamos sin pareja, la verdad cada uno estaba enfocado en lo suyo, y las cosas empezaron a suceder. Me gusta pensar que, en esa época, corríamos en la misma dirección con la misma velocidad. Y que por esta y otras razones fue que decidimos comenzar una relación en 2011.

¿Qué les puedo decir? Era hermoso lo que estaba viviendo, soy de las que sueña con el príncipe cabalgando en su corcel que viene a buscarme para llevarme a recorrer las hermosas praderas de la vida. Y aunque en ese momento no era así, lo que sentía era muy bello. Al cabo de dos años de relación todo fue bien, se sumaron dos años más y decidimos tomar aventuras juntos. Allí llegó el tiempo en el que decidimos dar el siguiente paso y casarnos.

En verdad todo lucía maravilloso, nada se oponía, habíamos hecho las cosas bien, todo sumaba para más, y me sentí segura en todos los aspectos. Aunque habían cosas que no me gustaban, estaba confiada de que podrían mejorarse en el camino, al fin y al cabo nada, ni nadie es perfecto.

Durante mis primeros dos años y medio de matrimonio fue todo genial, podía encontrar apoyo y soporte en la persona que amaba, sabíamos comunicarnos, solucionar los problemas y salir adelante, éramos dos ‘jóvenes’ haciendo las cosas bien, buscando el consejo y creciendo. Pero, ¿Qué pasa cuando uno de los dos deja de comunicarse? ¿Qué pasa cuándo dejan de priorizarse? ¿Qué pasa cuando prefieres pasar más tiempo con otras personas que con tu pareja? Cuando pasa a un segundo plano, todo muere. Sin comunicación no hay avance.

Y acá estoy, 8 años después de tener una relación con mi supuesto príncipe azul. Él ha decidido tomar otro rumbo. De un año para otro estaba, pero no estaba. Admito que yo también empecé a dejar de ser muchas cosas, me perdí, me enfoqué en salvar lo que parecía insalvable. Lloré, me quejé ante Dios, le reclamé ‘por qué rayos me pasaba esto a mi’. Y ahora, recién ahora, lo entiendo. Apenas me separé ese primero de enero, comenzó algo nuevo en mí. Me despojé de la culpa, de las cargas y frustraciones.

Miré hacia atrás y dije: “¿Cómo no te diste cuenta? ¿Qué se suponía que era lo que querías salvar? Hace poco más de un año que ya no funcionaba, ¿Qué querías? ¿Por qué permanecías?”. ¡No puedes obligar a alguien a que esté donde no quiere estar! Puedes creer en restauración, los milagros pasan! Pero no, si uno de los dos no quiere.

Nadie te prepara para este tipo de cosas, nunca pasa por tu mente tener que perder a quien creías que era tu todo. Y es allí donde descubres que, nadie en esta tierra es tu todo. Tú eres tu mayor tesoro, Dios si es tu todo, quien te llena, te escucha, consuela, quien vio cada una de tus lágrimas, lágrimas que no están pérdidas, que servirán de algo algún día, y que siento que me sirven ahora.

Es por eso que concluí: Me equivoqué, besé a un sapo pensando que era un príncipe. Y no me arrepiento de haber estado allí, al final, nadie me obligó, nadie sabía que algo así pasaría, ni que lo vería en el pecho de otra. Pero hoy agradezco, aprendí más de mi que de él. Estoy preparada para ir por más, pues la vida no se acaba, apenas comienza!

¿Qué te detiene hoy? ¿Un desamor? ¿Creíste que era tu príncipe azul y resultó no ser así? Este no es el final de la historia, quizás nos engañaron toda la vida y no había que besar un sapo para que se convierta en príncipe. Quizás el príncipe está allí, con su traje increíble y reluciente. Pero este no es el foco ahora. Ahora el foco eres tú.

Concéntrate en ti, en tu desarrollo, en tu crecimiento, en tus relaciones con amigos, en ir hacia donde tenías pensado ir, y no significa que por no tener una pareja estás sola ¡No! Dios está contigo, tú estás contigo misma, eso es invaluable y es una de las mejores compañías, disfrútala.

El príncipe que sueñas llegará cuando deba llegar, mucho mejor y más preparado, sin apuros, corriendo a la velocidad que estás corriendo. Y no llegará a frustrarte, llegará a impulsarte, a honrar y sacar lo mejor de ti. Eso es lo que espero por un príncipe, por amor, no dejes de creer en el amor.

Autor: Anónimo.
Artículo único y permitido sólo para Mujer y Punto.