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No hay duda. Sí, las mujeres tenemos un sexto sentido, ese es la culpa. Que no pasamos suficiente tiempo con nuestros hijos, que nos bajamos una bolsa de caramelos en el camino de vuelta a casa y rompimos la dieta, que no rendimos en el trabajo por tener la cabeza en mil lugares a la vez, que deberíamos ser más demostrativas con nuestros seres queridos. Culpable, culpable, culpable. 

Pero si bien es algo que llevamos en nuestro ADN está bueno aprender a entenderla, procesarla y utilizarla a nuestro favor para dejar de juzgarte por todo y amigarte con la culpa. Para eso, prueba con estas claves fáciles y fundamentales.

Aceptar la crisis

Para superar esta sensación de crisis, primero hay que aceptar que la culpa es normal y es uno de los sentimientos sociales más comunes del ser humano. Cualquiera que haya pasado por una situación culposa lo sabe: empiezas a cortar vínculos, evitar “miradas”, y así te vas alejando y autocondenándote a la soledad. Pero… ¡No te confundas! Lo que hay que tener en cuenta en estos casos es que nos pasa lo mismo a todas, así que simplemente puedes imaginarte formando parte de un enorme clan de imperfectos.

Abrazar el sentimiento

¡Llora! Permítete cierto autoconsuelo; este momento es importante porque te fortalece progresivamente y te hace asumir tu debilidad: “OK, me puede pasar… ¿Quién soy yo para no equivocarme?”. Cuando aceptamos, es más fácil ubicar nuestro narcisismo en el lugar que le corresponde.

Analizar, pensar y examinar

Una vez que ya sabemos de dónde vino la culpa, es clave no actuar impulsivamente y dedicarle un tiempo a cierta introspección exhaustiva. ¿Por qué creo que hice lo que hice? ¿Actué mal? ¿Podría haberlo hecho de otra manera? Mientras respondemos estas preguntas, es clave no rechazar lo que sentimos y explorar sin juzgarnos qué es lo que se transformó en nosotras mismas y en el vínculo con los otros. Porque, en definitiva, siempre que existe la culpa, también subyace solapadamente la ruptura de un contrato -no hiciste lo que el otro esperaba de vos-, y eso suele ser difícil de procesar.

Es normal sentir culpa, lo importante es aprender a manejarla de modo que nos permita seguir viviendo felices. No podemos hacerlo todo perfecto y parece algo básico y obvio, pero si realmente le tomamos el peso a esa sencilla frase y la decimos en esos momentos de culpa, entonces será fácil pasar ese sentimiento. 

Fuente: Texto editado de Revista Ohlala.