El último capítulo del docureality chileno “Contra viento y Marea” estuvo cargado de emoción y nos dejó un mensaje de aceptación y respeto. Este programa nos invita a creer en las historias románticas, a dejar los prejuicios de lado y a pensar que, pese a las adversidades, el amor siempre triunfa.
La pasada historia de amor contó la historia de Karen y Andrés, quienes se conocieron por redes sociales y mantuvieron una relación a distancia durante semanas hasta que decidieron finalmente reunirse en persona. Pero la vida a veces es injusta y el chico debió hacer una confesión que desataría en ella los prejuicios: a los veinte años se contagió de VIH.
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La chica tuvo, al comienzo, ciertas aprehensiones basadas en los prejuicios sociales sobre esta enfermedad: pensó que moriría y que al tocarlo o darle un beso se contagiaría. Pero fue más fuerte el amor, ya que Karen sintió que él era hombre de su vida y, finalmente, le dio el sí.
El episodio tuvo una positiva repercusión de los televidentes en las redes sociales con mensajes que apuntaron a dejar los prejuicios y educarse más respecto a esta enfermedad y a no caer en mitos que nos llevan al rechazo, a la estigmatización o a la discriminación por mera ignorancia.
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La discriminación social a la que se ven expuestas las personas con VIH puede incluso afectar a su núcleo familiar, a quienes trabajan con ellos o se relacionan de cierta manera. La estigmatización es causada, principalmente, por los mitos que rodean a esta enfermedad, la forma de transmisión y sus consecuencias y la falta de una cura.
Pese a los avances en el tratamiento, existe un 18 por ciento de personas que no ha sido diagnosticada debido a la falta de información o al estigma social que conlleva esta enfermedad. Por ello, es necesario acabar con uno de los mitos más frecuentes y que es la punta del iceberg de la discriminación: la transmisión.
La transmisión del virus, contenido en los líquidos orgánicos, no puede ocurrir con sólo tocar a una persona con VIH o al compartir ciertos objetos, como los cubiertos, ya que el virus no sobrevive a la exposición (muere en el exterior). En cambio, el contagio sí ocurre cuando una cantidad de los fluidos, que contienen el virus, llega a la sangre de otra persona a través de heridas, pinchazos o en contacto directo con las mucosas corporales.
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Acabar con los mitos y con los prejuicios nos convertirá en una sociedad más empática. Abrir nuestra mente y ponernos en el lugar de aquellos que la están pasando mal porque sufren alguna enfermedad, es a lo que apuntan estos espacios. Ellos tienen como finalidad mostrarnos diversas realidades y nos educan en cosas que aún no conocemos.
Andrés lleva años en el tratamiento de esta enfermedad y pudo seguir con su vida. La detección y el tratamiento temprano lo ayudaron a que pudiera formar una linda familia: son padres de la pequeña Florencia, quién nació completamente sana, sin carga viral.
