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Costa Rica es el país del ecoturismo y  la aventura por excelencia. Y aunque yo pasé parte de mi infancia allí, lo último que me gusta es correr riesgos y tengo cero adicción a lo adrenalínico. Por eso cuando mi familia decidió despedir el año 2017 con mis primos y tíos ticos (la forma correcta de decirle a los costarricenses) yo estaba más bien asustada. Pero debo confesar que el viaje fue buenísimo y los lugares que conocimos son muy bellos.

 

 

En ruta al Volcán Arenal

Después de una semana de pura familia, con mi pareja decidimos pasar unos días solos en el Volcán Arenal. Como estábamos en Playa Flamingo tuvimos que arrendar un auto en Liberia (ubicada a 45 minutos) para manejar hasta allá. La señalización no era del todo buena y terminamos, como la Caperucita Roja, yéndonos por el camino más largo en vez del corto. Por suerte, en esta historia no hay un lobo, pero sí una neblina cegadora que nos obligó a cambiar el rumbo. “Yo no sigo más. Acá nos matamos” dijo mi pareja. Así es que me vi obligada a buscar donde pasar esa noche.  (Y perdimos una noche pagada en el hotel en La Fortuna). Así que en mi recomendación es que deben tomar sus previsiones para poder movilizarse desde la playa Flamingo hacia otros lugares aledaños, y ojalá no de noche.

Para mi suerte (porque ya me imaginaba durmiendo en una pensión nada cómoda a la orilla del camino) encontramos el hotel Villa Blanca Cloud Forest, ubicado en medio de la reserva biológica privada, El Silencio de los Ángeles. Este es un santuario en una de las selvas más raras del mundo: El Bosque Lluvioso. Ahí, cuando nos explicó esto el botones, entendimos la neblina. “El clima, aquí, es así gran parte del año”, nos dijo.  (Así es que ya saben deben llevar parca, botas y paraguas si quieren visitar este bello lugar)

El hotel, que imita a pueblo agrícola local del siglo XIX, es parte de los “Greentique Hotels of Costa Rica“, un grupo comprometido con la conservación y el turismo sostenible. Sus “casitas”, aunque parecen muy sencillas, cuentan con muebles de madera completamente hechos a mano, una chimenea a leña, jardines botánicos privados y una gran ducha de piedras (algunas tienen bañeras de hidromasaje y ninguna televisión). Este es un modelo de hospitalidad sostenible, donde el turismo  está en armonía con la conservación de la naturaleza, la cultura y la calidad de la comunidad.

Nosotros no teníamos tiempo de conocer y aprovechar todo lo que ofrece este increíble lugar. Pero sus visitantes pueden disfrutar de un recorrido a caballos por una granja lechera; paseos, nocturnos y/o diurnos, para deleitarse con la fauna del lugar o  volar en canopy sobre las copas de los árboles, son sólo algunos de los ejemplos de las cosas que se pueden hacer acá.

 

Finalmente en la Fortuna de San Carlos.

A la mañana siguiente, retomamos nuestro viaje a La Fortuna, pueblo que se encuentra en las faldas del volcán Arenal y cuya popularidad se basa en la gran variedad de actividades que ofrece. Aquí se pueden hacer casi todas las excursiones y aventuras que promete Costa Rica. Desde explorar la selva tropical sobre puentes colgantes, volar por el cielo en un zip line hasta hacer barranquismo en las cascadas. Pero a mí lo que más me sorprendió fue la cantidad de gente, de restaurantes, hoteles, tours operadores y tiendas.

De hecho elegir hotel no fue una tarea sencilla. Además de la gran cantidad de lugares para alojarse, debido a la época del año, los precios eran altísimos. Todos nos recomendaban Tabacón, que cuenta con las aguas termales más grandes y famosas de la zona, pero nosotros decidimos irnos a uno más intermedio llamado Arenal Kioro Suites & Spa.

En verdad nuestro hotel dejaba harto que desear. Al llegar nos encontramos con la sorpresa que estábamos ubicados en un tercer piso de una villa que no tenía ascensor (Aunque sea un país de turismo aventura esto es un poco extremo). Por lo que nos vimos obligados a subir el equipaje a mano por las escaleras. Aunque las habitaciones son muy grandes y la vista del volcán es inigualable, el Kioro no está bien mantenido y la comida de los restaurantes es bastante mediocre.

Si me preguntan y tienen la posibilidad económica para ir a Tabacón no lo duden ¡¡Vayan!!. Éste es un hotel de lujo con habitaciones grandes, restaurantes de nivel internacional y un jardín muy bien cuidado. Aunque a las termas no fuimos, pues los dos estábamos muy resfriados y llovió sin parar todo el viaje.

Con tantos restaurantes y sólo 3 días, no puedo decirles cuál es el mejor lugar para comer en la Fortuna. Claro que casi todos ofrecen la misma comida tica: Arroz con Pollo, Casado y  Gallo Pinto a la que le agregan algunos platos internacionales y ninguno es barato (en verdad nada es barato en La Fortuna). Sin embargo y, especialmente dada mi crianza tica, disfrutamos cada plato.

Aquí les dejo algunos:

Lava Lounge Bar & Grill: Al parecer el lugar de reunión de todos los gringos que andan en el sector. Aquí comimos Arroz con Pollo y una pizza. Tiene una onda muy entretenida especialmente durante la noche.

Nanku Restaurant: Con una carta muy variada, nosotros decidimos comer quesadillas que estaban muy ricas y abundantes.

Pollo Fortuneño: Este lugar ofrece pollos a las brasas y seguro de acá no sales con hambre, pues los platos son bastante grandes.

Estukurú: aunque no es un restaurant, si no que una fábrica de chocolate,  no se pueden ir sin pasar a probar y/o comprar los nibs caramelizados. Éstos son granos de café bañados en caramelo. De chuparse los dedos y solo los venden aquí en La Fortuna.

Si van espero que mis datos y consejos sobre mi experiencia les sirva de mucho!

Y como dicen en Costa Rica: Pura vida!

Joanna Wurmann

Corresponsal Mujer y Punto Miami