You are currently viewing Descubren que el olfato es el gran responsable de nuestros antojos

Imagínate un pan recién horneado con mantequilla, un pollo asado con papas fritas o una pizza mediterránea… mmmm ¿Te dio hambre? Si respondiste que sí, estarías entre el porcentaje de personas que es capaz de negarse a un pedazo de torta, pero jamás a una tibia dona (donut) glaseada.

La causa de esto es que el olor de ciertos alimentos los hace irresistibles, y como suele suceder, los científicos se pusieron de cabeza a tratar de entender por qué se producía este fenómeno. Como resultado, hoy se ha descubierto que las personas obesas pueden imaginar los olores más intensamente que aquellas que son delgadas.

Es por eso que, una repentina imagen mental de este tipo de alimentos es capaz de desencadenar un deseo casi imposible de ignorar. Llegando incluso, en algunos casos, a que el solo hecho de pensar en esa comida (o en cuándo podremos comerla) sea motivo suficiente para obligarnos a localizar rápidamente un “fast food”.

“He allí la madre del cordero” como diría mi tío. No es que tengamos más hambre que los demás, sino que somos mucho más imaginativas y, por eso mismo, ya antes de comprar las entradas para la película queremos sumergirnos en una tina de palomitas.

A juicio de los investigadores del Laboratorio John B. Pierce y la Escuela de Medicina de Yale, todo se debería a que hay diferencias personales en las capacidades de imaginar olores, especialmente en aquellos que nos “abren el apetito”, lo que sería fundamental en materia de antojos. Pero, aún más sorprendente, es que los olores tendrían hasta la capacidad de invocar la imaginación, pudiendo convertirla en unos deseos insaciables. ¿Les parece conocido?

Pese a que el tema no es nuevo (tiempo atrás otras investigaciones habían sugerido que una imaginación “realista” de alimentos se vinculaba a comer en exceso), el avance está en que ahora se reconoció el papel que cumplen las “señales olfativas imaginativas” en la ansiedad.

Los participantes de este estudio completaron varios cuestionarios para calcular su capacidad de imaginar y oler alimentos u otros objetos. En cada pregunta, se les pidió que evocaran vívidamente ciertas escenas, y luego evaluaran la intensidad de la imagen en una escala de 1 a 5. Como resultado, los científicos encontraron que, aquellas personas con mayor capacidad para recrear íntegramente en su mente la experiencia de comer un plato o snack, tenían un índice de masa corporal (IMC) más alto.

La mayor relevancia para nosotras, es que el estudio podría servir para desarrollar programas de pérdida de peso personalizados, que aborden el poder de la relación nariz-cerebro y al fin ayudarnos a frenar los “benditos” antojos.

En conclusión, quienes presumimos de tener un mayor sentido del olfato y una gran imaginación tenemos dos alternativas: Nos ponemos a escribir comiendo algo sano o nos convertimos en “gorditas” soñadoras, cada quien es libre de elegir.

Por Claudia Ansieta A.

Foto de citychefinfo

Imagínate un pan recién horneado con mantequilla, un pollo asado con papas fritas o una pizza mediterránea… mmmm ¿Te dio hambre? Si respondiste que sí, estarías entre el porcentaje de personas que es capaz de negarse a un pedazo de torta, pero jamás a una tibia dona (donut) glaseada.

La causa de esto es que el olor de ciertos alimentos los hace irresistibles, y como suele suceder, los científicos se pusieron de cabeza a tratar de entender por qué se producía este fenómeno. Como resultado, hoy se ha descubierto que las personas obesas pueden imaginar los olores más intensamente que aquellas que son delgadas.

Es por eso que, una repentina imagen mental de este tipo de alimentos es capaz de desencadenar un deseo casi imposible de ignorar. Llegando incluso, en algunos casos, a que el solo hecho de pensar en esa comida (o en cuándo podremos comerla) sea motivo suficiente para obligarnos a localizar rápidamente un “fast food”.

“He allí la madre del cordero” como diría mi tío. No es que tengamos más hambre que los demás, sino que somos mucho más imaginativas y, por eso mismo, ya antes de comprar las entradas para la película queremos sumergirnos en una tina de palomitas.

A juicio de los investigadores del Laboratorio John B. Pierce y la Escuela de Medicina de Yale, todo se debería a que hay diferencias personales en las capacidades de imaginar olores, especialmente en aquellos que nos “abren el apetito”, lo que sería fundamental en materia de antojos. Pero, aún más sorprendente, es que los olores tendrían hasta la capacidad de invocar la imaginación, pudiendo convertirla en unos deseos insaciables. ¿Les parece conocido?

Pese a que el tema no es nuevo (tiempo atrás otras investigaciones habían sugerido que una imaginación “realista” de alimentos se vinculaba a comer en exceso), el avance está en que ahora se reconoció el papel que cumplen las “señales olfativas imaginativas” en la ansiedad.

Los participantes de este estudio completaron varios cuestionarios para calcular su capacidad de imaginar y oler alimentos u otros objetos. En cada pregunta, se les pidió que evocaran vívidamente ciertas escenas, y luego evaluaran la intensidad de la imagen en una escala de 1 a 5. Como resultado, los científicos encontraron que, aquellas personas con mayor capacidad para recrear íntegramente en su mente la experiencia de comer un plato o snack, tenían un índice de masa corporal (IMC) más alto.

La mayor relevancia para nosotras, es que el estudio podría servir para desarrollar programas de pérdida de peso personalizados, que aborden el poder de la relación nariz-cerebro y al fin ayudarnos a frenar los “benditos” antojos.

En conclusión, quienes presumimos de tener un mayor sentido del olfato y una gran imaginación tenemos dos alternativas: Nos ponemos a escribir comiendo algo sano o nos convertimos en “gorditas” soñadoras, cada quien es libre de elegir.

Por Claudia Ansieta A.

Foto de citychefinfo