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El psicólogo John Bowlby a través de su trabajo y estudio de instituciones con niños privados de la figura materna llega a formular la Teoría del apego.

El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que influye significativamente en el desarrollo de la personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo).

La extensión de esta teoría, a las relaciones afectivas adultas ha promovido un marco de gran valor para estudiar el amor y las relaciones de pareja. Desde esta perspectiva Hazan y Shaver (1987) propusieron que el amor puede ser considerado como la expresión del vínculo de apego en las relaciones afectivas entre adultos. Las experiencias emocionales relacionadas con el enamoramiento y el mantenimiento del vínculo, y las reacciones ante la pérdida o amenaza de pérdida del compañero/a, coinciden con los principios básicos de la teoría del apego.

Se plantea que los vínculos de pareja implican una interacción entre tres sistemas: el sistema de apego, el sexual y el sistema de cuidados. Estos sistemas, dirigidos por metas funcionales, incluyen componentes cognitivos y emocionales e incorporan representaciones mentales de uno mismo, de los demás y de la relación correspondiente, a través de su repetida activación en contextos sociales relativamente estables. Los modelos internos así construidos intervienen en la memoria de la historia de la relación, en la interpretación de las relaciones actuales y en la propia activación del sistema.

El buen funcionamiento de cada uno de los tres sistemas favorece el mantenimiento de vínculos afectivos satisfactorios, mientras que las dificultades en su activación, o las posibles interferencias entre ellos, se asocian con conflicto, insatisfacción e inestabilidad de la relación.

Un volumen considerable de investigación ha explorado la influencia del apego en la calidad y estabilidad de las relaciones amorosas, confirmándose que las personas seguras se muestran confiadas y receptivas, disfrutan de la intimidad, aceptan la dependencia propia y la de su pareja y mantienen relaciones afectivas más estables y satisfactorias que las personas inseguras (Alexandrov, Cowan, y Cowan, 2005; Bernier y Dozier, 2002; Brennan y Shaver, 1995; Collins y Read, 1990; Cyranowski y Andersen, 1998; Feeney y Noller, 1990, 1991; Kirpatrick y Davis, 1994; Col- lins, Guichard, Ford y Feeney 2006; Collins, Ford, Gui- chard, y Allard, 2006).

En las personas ansiosas, se produce una sobre-activación del sistema de apego, con un aumento de la percepción de amenaza o de rechazo, una exageración de las solicitudes de afecto, protección y atención, celos y una mayor vulnerabilidad a la soledad. El apego evitativo, por el contrario, implica una desactivación del sistema (conductual, emocional y cognitiva), que conlleva una autosuficiencia compulsiva, una evitación de la intimidad y falta de confianza. En este caso se trata de una adaptación para evitar el sufrimiento ante la persistente falta de respuesta de la figura de apego (Bowlby, 1969; Shaver y Mikulincer 2006).

¿Y tú cómo amas?

Psicólogo Rodrigo Jarpa
Especialista en sexualidad y terapia Sexual
@rodrigojarpa