You are currently viewing Mi duro camino por ser madre

Si yo como mujer, tengo la facultad de elegir sobre la vida que “está” en mi vientre, también creo que debería tener la oportunidad de optar por la vida, tanto en tratamientos financiados por el Estado o bien facilitando los procesos de adopción. Estas dos últimas alternativas debieran tener tanta fuerza como la del aborto, si es que queremos ser justos.

Nos dirigimos antes ustedes para que conozcan nuestra historia y las razones que como familia tenemos con estos tan importantes temas.

Estamos juntos como pareja desde fines del año 2012, nos conocimos y nos enamoramos, ya no tan jóvenes, por lo que cuando tomamos esta decisión, siempre supimos que sería una relación libre y madura. A inicio del 2014 nos casamos y comenzamos a ver cada vez más cerca el gran sueño que teníamos de traer a este mundo: Nuestros hijos, hijos muy esperados, muy anhelados y desde antes muy amados. Comenzaron a pasar los meses y no lográbamos concretizar el embarazo. Vinieron 2 abortos espontáneos, que sin duda nos dejaron huellas en nuestra alma y vida. Fuimos nuevamente a ver a diferentes médicos, ya que un poco antes de casarnos yo me había hecho todos los exámenes para saber cómo estaba físicamente para lograr embarazarnos. Estos no arrojaron nada, sino que estaba muy sana y bien. Comenzamos a tener los típicos nervios, angustia e incertidumbre de no comprender los motivos de estos abortos y las razones que había de fondo para no lograr anidar estos embriones en mi útero.

Continué con exámenes, todos con costos económicos bastante elevados, hasta para los que pagamos Isapre, ya que muchos de ellos no tienen la codificación Fonasa, por lo que se debían pagar de forma particular. Además de lo doloroso físicamente, ya que ninguno se hace con anestesia, se sumaba lo emocional que es más fuerte aún.

Mi marido, comenzó a realizarse exámenes de rutina para conocer de una vez las razones, por las que nuestro sueño, se veía truncado, ya que si yo aparentemente estaba sana, a lo mejor la “dificultad” la tenía él. Efectivamente, los exámenes determinaron que poseía una deficiencia hormonal, esta hacía que los espermios no poseyeran carga genética en sus cabezas. Esta noticia, también nos devastó, ya que debía que comenzar con tratamiento hormonal por alrededor de 1 año para ver si funcionaba y sólo así nos podríamos someter a Fertilización In Vitro del tipo ICSI (en donde los espermios se inyectan dentro del óvulo), ya que de cualquier otra forma era casi imposible concebir un hijo.

Seguía pasando el tiempo, y nuestras fuerzas y esperanzas se focalizaron en que el tratamiento revirtiera la alteración genética y lográramos cumplir nuestro sueño. Hasta que un día, en el mes de octubre del año 2015 el médico revisó los exámenes y nos señala que estábamos óptimos para someternos a un tratamiento In Vitro, lo cual nos produjo una alegría inmensa. Estábamos más cerca del final para esta historia de tanta espera. “Quedar embarazados”.-

El 19 de noviembre del año pasado me realizaron la primera aspiración folicular de 10 óvulos, de los cuales sólo me pudieron transferir el 23 de noviembre 2 embiones, (ya que los 8 restantes no lograron fecundarse, por distintas razones) . Nuestra ansiedad y esperanza era gigante. Al fin, lograba tener a mis 2 bebes en mi útero (ya la tercera y cuarta, si contemplo 2 abortos previos). El momento de la transferencia embrionaria es mágico, ya que mediante ecografía, mi marido y yo fuimos viendo todo en el monitor de cuando te introducen al útero a tus hijitos, te los pegan, para que logren anidarse. ¡Ver dos puntos muy brillantes dentro de mí, fue mágico y maravilloso, una imagen y sensación que siempre estará conmigo!

Al finalizar este proceso físicamente estás embarazada por lo que comienzas con los cuidados que toda mujer debe tener: no hacer fuerza, no comer mariscos crudos, no fumar, no tomar… etc!!! La verdad, es que todo daba lo mismo, porque estaba embarazada. Ahora ya en mi casa, debido que me encontraba con licencia, debía esperar el día 3 de diciembre para realizarme el examen de sangre en donde se “corroboraría o descartaría” el embarazo.

Fui temprano al Laboratorio, mi ansiedad no se aguantaba, como en esa época mi marido trabajaba en Santiago, decidimos esperar a que él llegara de su trabajo para abrir el sobre y saber la respuesta del examen. Así lo hicimos, yo fui a buscar el resultado, lo esperé a que llegara con el sobre en la mano, sin abrirlo.

Ya juntos, abrimos el sobre, y desafortunadamente el índice de Beta (hormona del embarazo) si bien estaba alto, no era lo suficiente para confirmar el embarazo, por lo tanto, debía dejar pasar algunos días, hasta que nuevamente mi cuerpo expulsara naturalmente a mis bebes de mi vientre. Este momento fue desgarrador, lloré como nunca lo había hecho en mi vida, de verdad que pensé que me moriría de pena, que no lo aguantaría, no lograba entender la razón por la que si durante 2 semanas fuimos 3, ahora de nuevo volvía a ser “una”. Lo único que después de mucha pena me hizo volver a estar tranquila era que si bien, ya habíamos perdido 4 hijos habíamos ganado 4 angelitos y que en nuestros corazones vivirán por siempre. A lo mejor conformismo, mediocridad o fe, no lo sé. Pero de ahí me agarré para salir adelante y aprender a vivir con este dolor desgarrador.

Sin duda mi corazón albergará por siempre esa huella, pero la vida sigue y estos dolores, son los que te hacen crecer y agradecer todo lo que está a tu alrededor, por lo menos, habíamos tenido la posibilidad económica (no menor) de habernos podido someter a una Frtilización In Vitro, ya que debido a los altos costos, desafortunadamente muchas parejas ni siquiera lo tienen como opción.-

En el mes de enero de este año, nos dirigimos a una prestigiosa clínica de Santiago, para ver si existía alguna nueva razón por la que no había resultado la anterior In Vitro, y no la había, ambos estábamos en buenas condiciones para lograr nuestro anhelado embarazo. Empezamos a conversar y ver la posibilidad no inmediata, pero en un futuro cercano de realizarnos la segunda In Vitro en dicha Clínica capitalina, en la que los costos económicos se triplicaban y en lo emocional volvía a aflorar la ilusión y el miedo a una pérdida.

Entre estas conversaciones, como familia decidimos intentarlo sólo 1 vez más, y a la par, empezar de lleno con el tema de la adopción de 2 hermanitos, gran gesto de amor que de niña me había llamado la atención y que hoy mi marido, también comparte conmigo.

Decidimos volver a intentar un segundo tratamiento, y a mediados de junio comencé nuevamente a preparar mi cuerpo, lo que implica inyectarme en mi abdomen (alrededor de 3 a 4 inyecciones diarias, algunas indoloras pero otras muy dolorosas. Las que te hacen terminar moreteada después de como 10 días de usarlas) Lo que una se inyecta son hormonas… por lo que la sensibilidad está más a flor de piel, al igual que la irritabilidad!!

Hasta que el 24 de junio me volvieron a realizar la aspiración folicular, esta vez de 8 excelentes óvulos, los cuales todos se pudieron fertilizar pero algunos se fueron estacando en el crecimiento, por lo que el 29 de junio me transfirieron 2 embriones (los dos únicos que quedaron) que eran de un excelente tipo, ya que estábamos en buenas condiciones para lograr anidar en mi útero a nuestros pequeños.

Comienza la larga espera de saber si resultó o no, hasta que el jueves 8 de julio voy muy temprano al laboratorio a sacarme sangre. Esta vez la diferencia fue que yo abriría sola el examen y que le contaría a mi marido por teléfono, ya que seguía trabajando en Santiago. Al abrir el sobre, nuevamente la pena me embargó, ya que tampoco había resultado. Vinieron todos estos sentimientos de negación, pena, angustia, desesperanza, el mismo dolor vivido también 8 meses antes.

Ahora lo que como familia nos levantó es que esta necesidad que tenemos de trascender a través del gran amor que nos tenemos también es posible mediante hijos que si bien no nacen de tu vientre si son “escogidos” con el corazón, estamos hablando del proceso de adopción. Por lo que hoy día nos encontramos en esta gran cruzada por nuestros niños, los que seguimos anhelando con más fuerza, y que ojalá el Sename nos premie y podamos cumplir con este sueño.

Si contamos todo esto, no es con afán de ventilar nuestra privacidad, sino por la necesidad de dar a entender todo lo que se sufre cuando si se quiere tener hijos y por razones más allá de uno no se puede.

No creo justo, para mí y muchas mujeres que estamos en esta lucha, se esté legislando solo a favor del Aborto aunque sólo sea por 3 causales. Exijo que también, y con la misma fuerza, se legisle por la modificación de la Ley de Adopción vigente, y también se debiera considerar planes del Estado para programas de fertilización y que las Isapres asuman la Infertilidad como una enfermedad (que lo es) y por lo mismo presente cobertura, sólo así muchas más familias podrían optar a un tratamiento de dicha índole.

Seamos conscientes que en Chile estamos envejeciendo muy rápido, y cada año la estadística de hijos por familia va disminuyendo. Necesitamos pensar en como poblarnos de población más joven, tal como ya lo han hecho diversos países en Europa, en que estos planes son financiados por el Estado, y está bien, también varios de ellos contemplan la opción del aborto. Pero las múltiples opciones están abiertas.

Modifiquen por favor la Ley y programas de Adopción, quizás muchos de esas “bebes” que serían abortadas podrían ser cedidas en el vientre a familias adoptivas con mayor facilidad. Hoy la tasa de niños en adopción es bastante baja en relación a las familias que deseamos adoptar. Quizás los tiempos de espera para nosotros, los adoptantes, sería mucho menor y un proceso más beneficioso para todas las partes.

Carla Mariana Briceño Silva