Tenemos una resistencia natural a que el amor tiene que ver con la biología: ¿porqué? porque nos desarma todo lo que Disney y el romanticismo nos han mostrado durante tantos años. Preferimos verlo como algo misterioso, poético y espontáneo, sobre lo cual no podemos tener ningún control. No nos gusta ver que éste  obedece a ciertas reglas determinadas por el cerebro, como nos dice la neurociencia. Queremos sentirlo como un ejercicio de elección personal, aunque haya evidencia científica que hoy demuestra lo contrario, porque parecería que nacemos con una especie de instinto de belleza.

Pero, ¿qué es lo que pasa?, ¿Por qué ese clic por una cara? ¿Cómo podemos juzgar si una cara es bonita tan rápidamente? Hay estudios de la década de los 90 que demuestran que aún los bebes prefieren una cara de adulto atractiva a una fea y que los adultos deciden si la cara que están mirando es atractiva en aproximadamente una décima de segundo, es más, estudios recientes muestran que podemos juzgar cuan atractiva es una cara tan rápido que no podemos siquiera tomar conciencia de su existencia, esto se da en aproximadamente 12 milésimas de segundos. Esta velocidad sorprendente muestra que la atracción puede tener mucho menos que ver con la elección y el gusto individual que con una programación biológica o cerebral inconsciente. Así nos ha diseñado la evolución.