¿A quién no le ha pasado que se ha subido al metro o a la micro y ha dicho: me enamoré? O caminando por la calle a cruzado mirada con algún chiquillo que le parece “encachado”.
Bueno amigas de Mujer y Punto, en esta columna les voy hablar acerca de esos amores que duran pocos minutos, o que incluso, hasta segundos, pero que en más de alguna ocasión nos alegran nuestra rutina. Aquí da igual la edad que uno tenga, lo único que vale es que se esté dispuesta a pasar un buen rato. Por lo menos yo lo viví así el otro día, cuando iba camino a la casa. Aunque me puse nerviosa porque él se dio cuenta de que lo iba mirando, igual aproveché mi minuto de “fama” para crear la historia perfecta. Tenía claro que no nos íbamos a volver a topar, pero igual me entusiasmé y me fui haciendo algunos comentarios y preguntas: ¡Igual es mino! ¿Cómo se llamará? ¿Tendrá polola? ¿Y si le sonrío…me mirará feo? ¿Irá pal metro también? Eso fue lo que pensé por lo menos cinco minutos antes de llegar a mi destino, porque después pasó todo lo que me imaginé: nos bajamos en el mismo paradero, pero de un momento a otro lo perdí de vista, así que no lo pude seguir mirando más. ¡¡¡Qué pena por mí!!!
Pero, ¿quién dice que eso no puede ser un indicio de que será un buen día para nosotras? Normalmente en la sociedad siempre se ha tenido establecido o se ha querido entender, que una mujer va a coquetear o le va a ir mejor con los hombres en los lugares clásicos: Bares, discoteques o en la casa de algún conocido; pero que en otras partes esta situación se le puede ser difícil de sobrellevar. Sin duda, ¿por qué sólo esxiste la posibilidad de crear un sólo ambiente siendo que no es necesario que sea el único?
Es decir, ¿Por qué no podemos ser capaces de romper el esquema y atrevernos a realizar nuevas cosas? ¿Quizás sentimos miedo al minuto de querer ser diferentes? ¿Será hora de cambiar?
Un abrazo para todas. Nos vemos luego!
Pía
@MPiaEscobar
Foto: Banco de fotos BuildLove
