La música se escucha a lo lejos y es el aviso seguro de que ella se viene acercando, porque siempre anda con su celular escuchando a sus cantantes preferidos. Y la veo pasar por mi ventana y de inmediato saca una sonrisa en mí. Es la Evita querida….Eva Roa Valdés.

Con una vocación de servicio que impresiona y un optimismo envidiable la Evita se preocupa de mantener las dependencia de Fundación Chile Unido brillantes. Saca el polvo, barre, limpia vidrios, lava, además cumple labores de junior y lo más importante es que con su presencia nos alegra el día.

Aperrada de toda la vida. Aperrada de verdad. Aperrada y con esa garra interna de aquella mujer luchadora que hace hasta lo imposible por sacar a su familia adelante. Estudió en la Escuela DN390 de Lo Prado, comuna que la vio nacer junto a cinco hermanos y donde vive hasta el día de hoy. En séptimo básico su belleza, dulzura y simpatía la hicieron ganadora de la corona de la Reina de la Escuela. “Era con votos, mis compañeros tenía que votar por mí y yo gané”, cuenta coqueta. No terminó la enseñanza media ya que cuando iba en segundo medio ingresó a trabajar como ayudante en una peluquería. Hoy se arrepiente de no haber vuelto a la sala de clases, “Las cosas serían distintas, podría tener trabajos no tan sacrificados si hubiera terminado”, cuenta.

Además de desarrollar una labor esencial en la fundación, trabaja en un persa los fines de semana y festivos, así logra juntar una platita que nunca está de más. Cintillos, pañuelos, pinches, aros son parte de la mercadería que semana a semana va a comprar a Recoleta. Ahí también se ha ganado el corazón de los que compran y de los que venden.

La Evita es casada hace dieciséis años con Daniel. Junto a él ha formado su familia y tienen dos hijas de quince y once años, A Belen y Génesis las ha criado poniendo especial énfasis en que terminen sus estudios. Junto a ellas y su marido viaja frecuentemente hasta Ventana. Ahí se está construyendo poco a poco y con mucho esfuerzo su casita de veraneo. “Lo que más me gusta hacer es viajar para allá, me encanta”, comenta.

La Evita es una mujer feliz. Irradia felicidad. “Me siento contenta en mi interior y parece que eso se nota”, comenta entre risas. Dan ganas de comer lo que ella come, a ver si un día de esos se nos pega tanta buena onda…en tan pequeña estatura cabe mucho más de lo que uno se imagina. Caben sonrisas, abrazos, historias, complicidad y  mucho amor. Ese amor sencillo, de verdad, de manos trabajadoras…de esa mujer chilena trabajadora que nos ayuda a construir un Chile más humano y con esperanza.

Carolina Guida, Periodista y Socia de Mujer y Punto.