El sexo tiene muchos beneficios para las personas y que van más allá del placer que sentimos al practicarlo. La falta de actividad sexual nos puede afectar a nivel físico y emocional. Cuando tenemos sexo, nuestro sistema inmune se activa, disminuye la presión arterial y mejora la salud cardíaca. Entonces, cuando falta sexo en la rutina, lo comenzamos a notar por señales corporales.
Todo lo anterior, se debe a que durante el coito nuestro cuerpo libera hormonas que ayudan a que nos relajemos. Estas son las endorfinas y la oxitocina. Además, tienen un poder analgésico que nos ayudan a aliviar algunos dolores.
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Signos corporales de que te falta sexo
Ahora, cuando nos falta sexo nuestro cuerpo nos envía ciertas señales que nos indican que algo está pasando.
Insomnio
Aunque no lo creas, la falta de sexo provoca un mal dormir. Además, causa problemas de concentración, irritabilidad, fatiga, pérdida de reflejos y de coordinación de movimientos. Todo lo anterior, relacionado con el mal descanso.
Para tener en cuenta: la oxitocina es una de las hormonas encargadas de la calidad del sueño.
Migraña
Estudios científicos han demostrado que tener relaciones sexuales ayuda a disminuir (o eliminar) los dolores de cabeza y migrañas. Por eso, cuando falta sexo puede ser que estos malestares se presenten con mayor frecuencia.
Estrés
Uno de los cambios más notorios que se pueden notar por la falta de sexo, son los cambios de humor. Te sientes extraña, tienes altibajos, no quieres salir y prefieres estar sola. Pocas veces todos estos síntomas los asociamos a este tema. Todas estas sensaciones generan un estrés físico y emocional.
Falta de brillo en la piel
Cuando se tienen relaciones sexuales los poros de la piel se abren y se liberan impurezas, que se liberan a través de la transpiración. También la circulación sanguínea se activa y hace que el organismo se limpie “de adentro hacia afuera”.
Aislamiento
Cuando se tiene poco sexo tenemos una baja en la liberación de las endorfinas, que son las encargadas de mantener el buen humor. Por consiguiente, nos empezamos a aislar del resto y preferimos estas solas.
En casos extremos, se puede empezar a experimentar depresión y ansiedad.
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