Es algo que realmente no puedo entender. Trato y trato y no logro explicarme qué puede llevar a la gente a malgastar su tiempo insultando a otros a través de la web. ¿Lo harán solo de aburridos o aprovecharán este espacio de anonimato que se les presenta tan fácilmente para expresar toda la rabia que en la vida “real” están obligados a contener?

Es algo que siempre me ha dado vueltas pero recién ayer me decidí a escribir sobre el tema. Luis Larraín (el homosexual guapo y estiloso que apareció en la propaganda electoral de Piñera) tuiteó un desafortunado comentario del cual se arrepintió rápidamente.

Lamentablemente, ya era demasiado tarde. Con tal solo apretar “enviar” generó una ola de respuestas de trolls que no hacían más que ofenderlo por un comentario que, convengamos, sí, fue un tanto torpe, sobre todo viniendo de una personalidad más o menos pública como él.

A mí a veces también me ha pasado (a una escala harto menor, obviamente). Soy buenaza para opinar en twitter (aunque ahora ya no tanto), y en más de alguna occasion me gané algunos replies de gente que ni siquiera conocía y que se sentía con el derecho a decirme que “mejor me quedara callada” y “dejara de hablar tanta tontera”.

La lata es que, como se dice por ahí, la violencia engrenda más violencia, y se hace difícil no enganchar cuando alguien te insulta o te trata mal.

¿Les ha pasado algo parecido? ¿Cómo reaccionan cuando alguien las trollea? ¿Los bloquean? ¿A troll, troll y medio, o ponen la otra mejilla? Al final yo, lo que terminé haciendo, fue, efectivamente como tan poco cortesmente me pidieron en esa occasion, “quedándome callada” y opinando menos. Un punto para los trolls. Un punto menos para mí.

Catalina Correia, Periodista y “geek asumida”, nos acompañará todos los lunes, con interesantes reflexiones acerca de la Tecnología y la Mujer.

Twitter:@lacorreazo