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No todas las familias en el mundo tienen la suerte de poder contar con una hermana: una confidente que siempre podrá ayudarte a salir de cualquier apuro en la vida. ¿Sabías que hasta los hombres que crecen con una, terminan siendo mejores personas? Incluso hay personas que sí las tienen, pero por distintos sucesos de la vida se han alejado cada vez más. También hay hijos únicos con amigos tan cercanos, que los ven como hermanos y así sucesivamente. Sea cual sea la situación hay algo que no podemos negar: son un regalo que siempre podremos atesorar.

Ellas son buenas para opinar sobre tus temas amorosos o cuál es la mejor ropa para salir a bailar, no tienen ninguna dificultad en usar tus cosas y siempre habrán peleas por quién tiene el turno de usar el teléfono. La verdad es que cuando yo pienso en mi hermana es inevitable acordarme de peleas, gritos o bromas que nos hemos hecho en nuestras vidas, pero honestamente, no cambiaría nada de eso. Sí, ha sido un viaje desconocido e inesperado, pero lo haría todo de nuevo.

Hermana: esto quiero decirte

Me faltan palabras para expresar realmente qué es lo que siento por ella porque me quedo corta con todo lo que quiero decirle, pero si tengo que resumirlo en pocas palabras sería: somos una.

Quizás cuando escuchas “somos uno”, piensas automáticamente que está relacionado con algo sentimental como una relación o amor romántico eterno. Eso pensaría yo también, pero si analizamos esa frase, podremos encontrar que la esencia de su significado es realmente otra.

El uno según la Real Academia Española (RAE) denota “unidad” y eso lo traduce como: “Propiedad de todo ser, en virtud de la cual no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere”. Por eso cuando pienso en mi hermana se viene a mi mente que sin ella, yo no sería quién soy.

Siempre es bueno partir las conversaciones humildemente y por eso quiero comenzar pidiéndote perdón. Lamento todo lo que he hecho porque muchas veces fue por maldad. Lo reconozco, cuando tenía 12 y tu 2, me encantaba apretar ese muñeco de elefante que sonaba fuerte sólo para lanzarlo en tu cuna y reírme mientras llorabas. Lo sé, que maldita de mi parte pero necesitaba aprender y para lograr eso tuve que experimentar. También reconozco que no tuve miedo por las consecuencias que traería amenazar a esos niños que te molestaban cuando estabas en el colegio. Nunca me avergonzaré o disculparé por ayudarte, consolarte y menos defenderte.

Nadie nació ententiendo cómo tratar o comportarse con un hermano al lado, pero creo que todos podemos coincidir en que nunca los dejaremos. Como somo uno, las hermanas nunca se separarán cuando una necesite a la otra: el apoyo que hay es incondicional.

Siempre podrás contar conmigo en tus noches más frías, cuando tu novio se comporte como un niño o cuando necesites que alguien vaya a buscarte a la universidad. Podemos odiarnos y decirnos las cosas más feas cuando discutimos, pero esas banalidades no se pueden comparar con todo el amor que te tengo.

Somos un sólo corazón que comparte la misma sangre y el mismo origen, los mismos razgos faciales y eso nos hace uno. Al final todo lo que tengo para darte es lo mismo que me das todos los días: amor. Por eso agradezco tenerte a mi lado porque todo lo que yo haría por ti es lo mismo que harías por mi, así que hoy la sonrisa de mi rostro es por ti.

Pd: devuélveme la remera que te presté el otro día y recuerda dejarla doblada en mi armario. ¡Gracias!

Por: Catalina Grez M.

Imagen: Instagram.