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Estar en la India es una de las experiencias más fuertes que he vivido. Yo soy buena para viajar, me encanta! Gran parte de mi plata la gasto en recorrer el mundo. He estado en Inglaterra, Alemania, Francia, España, Bélgica, Croacia, Eslovenia, Irlanda, Suiza, en USA, Tailandia, China, Laos, Vietnam, Cambodia, Australia, Brasil, Argentina, Grecia, Turquía, Italia, República Dominicana, Cuba, Portugal, Hungría, Escocia, Hong Kong, entre otros…la lista es larga, pero nunca, JAMÁS, imaginé vivir algo como lo que viví en India.

India es otro mundo. Ven la vida desde otro punto de vista, tienen creencias religiosas distintas, los sabores me parecían extraños, los olores no los había sentido nunca, los paisajes y la miseria asombran. Los colores de las vestimentas de las mujeres me deleitaban.

Iba con muchas expectativas al viaje, pensé que viviría algo diferente a lo que realmente viví. Fue difícil, fue muy difícil para mí estar en un mundo que me parecía tan ajeno. ¿Dios existe? Fue la pregunta más recurrente en el viaje…si existe, ¿Por qué permite esto? Me dolía todo, el alma, los huesos, la piel, los poros, el pelo….me dolía todo al ver tanta miseria. Me dolía ver a esos pequeños niños descalzos tratando de venderme algo, me dolía ver a mujeres escarbando entre la basura para encontrar algo de comida para sus hijos, me dolía profundamente ver a los discapacitados que se las ingeniaban para moverse, me dolía ver a los animales deambulando sin comida….

Veía todo esto y a medida que el viaje avanzaba me sentía tremendamente afortunada de haber nacido en Chile y no tener carencias. ¿Por qué yo he sido tan privilegiada? Las preguntas no tienen respuesta y eso agobia…a minutos no podía respirar, me parecía todo demasiado injusto, me parecía horroroso lo que estaba viendo…¿Por qué yo sí y ellos no? Las lágrimas caían…

Mi experiencias en viajes parecía no existir, era como si por primera vez estuviera en otro país, lejano a mi vida, a mi rutina, mis lugares, familia, olores, amigos, comida….Era como si por primera vez tomara mi mochila mochilera y me pusiera a recorrer. Era como no haber andado nunca en tren. Todo era demasiado nuevo, demasiado asombroso. A minutos pensé que Woody Allen aparecería de pronto y me diría que era la protagonista de una película absurda…que no era real lo que estaba viviendo.

Me siento inmensamente agradecida de poder haber estado ahí…se me abrió el mundo como nunca antes…mochilear en Europa no es lo mismo que en India, mochilear en Asia no es lo mismo que en India…esos viajes me marcaron y los disfrute, este viaje me movió el piso…me interpeló todo el tiempo…hasta hoy. Las preguntas sin respuestas me agobian….Dios aparece y desaparece…o por lo menos, a minutos, desaparece de mi vista….

Me alegran los colores de las vestimentas de las mujeres….aquellas mujeres que deben cubrir su pelo y que sonreían al vernos pasar. Me alegra haberme enfrentado a todo eso…experiencia única, vivencias de una riqueza incomparable, sentimientos no conocidos….me encontré con una parte de mí que no sabía que existía…sin duda que ir a India es una experiencia maravillosa y ojala todos pudieran pararse frente a la vida después de unos días por aquel país que no dejó de asombrarme…pero la pregunta me persigue todo el tiempo: ¿Por qué yo nací tan privilegiada y ellos no? ¿Gozan de privilegios que yo no conozco? El desapego a lo material es todo un mundo por descubrir….quizás ahí está el mayor privilegio….pero incluso con esa postura, me duele lo que vi. 

Por Carolina Guida

Socia Directora de Mujer y Punto

@caroguida

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