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Tenemos que guiar a nuestros hijos sobre los valores que deben buscar en sus amigos.

Mi hija está en séptimo grado en una pequeña escuela privada. Conoce a la mayoría de los niños de su clase desde el kindergarden y hasta uno o dos desde preescolar. Aún cuando no son todos amigos cercanos, no se han manifestado demasiados problemas de bullying a viva voz. Las burlas y humillaciones son mucho más sutiles que eso.

Al comienzo del año escolar empecé a escuchar de mi hija algunos de los comentarios que daban vueltas alrededor de su clase, más frecuentemente entre las chicas. Estos van algo así:

“¿Por qué estás usando esos leggings?”

“¿Qué le hiciste a tu cabello? Solo, no.”

“¿Qué es ese olor? ¿No usas desodorante? Qué asco.”

Estos comentarios son hechos en un tono burlón, bien al alcance de los oídos de los demás, como en la sala de clases antes de que todos se sienten, en los pasillos mientras se cambian de sala, en un pequeño grupo a la hora de almuerzo. Ya es bastante malo que se burlen públicamente de funciones corporales y decisiones personales de moda, pero lo que me parte el corazón es que mi hija, quien ocasionalmente ha sido blanco de estas palabras descuidadas, considera a algunos de los comentaristas sus amigos.

Lo que hace que me pregunte: ¿saben nuestras hijas lo que realmente significa ser un amigo?

Recuerdo cuando mi hija era pequeña y yo supervisaba sus pequeñas reuniones de juegos con amigas. Cuando había peleas sobre quién iba a jugar con ese juguete primero, yo ayudaba a que las niñas se turnaran. Si alguna usaba palabras poco amables, hablábamos sobre sentimientos heridos y cómo podríamos decir lo que necesitábamos decir de una forma más amable. Practicábamos compartir. Dos horas y un tazón de cereales después, las pequeñas sonreían y se despedían con un abrazo. Fácil. Simple.

Ahora mi hija y sus amigas no tienen reuniones de juegos; ellas pasan el rato. Ellas piden ser dejadas en Starbucks. O se van como ardillas a su habitación, susurrando y riendo. Comparten sus vidas a través de Instagram, Snapchat y textos gramáticamente incorrectos llenos de emoticones y acrónimos. Como madre, estoy generalmente al margen, disponible pero rara vez llamada. La oportunidad de ayudarla a navegar relaciones en tiempo real es tan limitado y, sin embargo, se siente como si ahora fuera cuando ella más necesitara orientación.

La escuela secundaria es un periodo más demandante y de enormes cambios para nuestras hijas: acné, pechos, periodos menstruales, enamoramientos, bailes de escuela, miedo de perderse sucesos, miedo de ser dejadas de lado, constante conectividad a través de la tecnología, tareas más rigurosas, trabajos de clases más desafiantes, además de una variedad de actividades después de la escuela. Es mucho con lo que lidiar.

En casa, mi hija recibe mucho amor y apoyo, y una buena cantidad de estructura, pero sé que ella se está apoyando más y más en sus compañeros para orientarse a medida que comienza a construir quién es y de qué se trata todo. Cuando oigo de esta falta de compasión entre las chicas de su clase, me hace pensar que es hora de que nosotros volvamos a entrar en sus vida social. Aún cuando no les guste, aún cuando sea incómodo.

Enseñar a nuestras niñas a no hacer bullying y a decir algo cuando vean o escuchen a una persona siendo poco agradable con otra es el primer paso, pero debemos hacer más que eso. Debemos enseñar a nuestras niñas a animarse las unas a las otras cada día. Un verdadero amigo ofrecerá apoyo en vez de entregarse a la envidia. Ella dirá que “sí” en vez de “no”, “increíble” en vez de “aburrido”. Una verdadera amiga te apartará en privado para hacerte saber algo que podría ser vergonzoso, no te lo dirá frente a toda la clase. Ella te escuchará con el corazón abierto. Podrán ser competitivas la una con la otra, pero esa competencia es inspiradora en vez de inspirada en maldad. Instauran confianza la una en la otra. Aceptan las diferencias de cada una y felicitan la creatividad de cada una. En una verdadera amistad, escoges ser compasivo por sobre juzgar. Nuestras hijas no se deben conformar con menos.

No creo que este tipo de comportamiento sea atípico para la edad, pero eso no hace que este bien. No creo que mi hija nunca haya dicho una palabra descuidada o inconsiderada a un compañero o amigo. No espero que le gusten o tenga simpatía con todos los que conozca y viceversa. Pero para esas personas, le digo a mi hija, al menos, no seas cruel. Si eso significa no decir nada, entonces no digas nada. Lo que quiero que ella comprenda es cómo ser una buena amiga, cómo reconocer la amistad en otros y cómo desconectarse de chicas que socaven su confianza.

Las chicas no necesitan desgarrarse las unas a las otras, hay muchas personas en este mundo que harán eso por ellas.

En vez, quiero animar a mi hija y sus amigas a que sean las mayores fanáticas de cada una, a creer en el poder y belleza de la amistad, y a comenzar con compasión.

Este artículo fue originalmente escrito por Lisa Sadikman para La campaña de 1000 voces por compasión.

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Fuente:  Scary Mommy 

Fotos de:  We Heart It.