Con toda la tecnología a la que tenemos acceso hoy, los smartphones con cámara, Internet 3G, fotos en alta definición, música y miles de aplicaciones a las que podemos acceder pasaron de ser una fantasía futurista a algo demasiado común este 2015.

Pareciera que con tanta modernidad nada nos sorprende como antes y damos por obvio que, con Internet en todos lados, no está permitido el aburrimiento.

Con smartphone el boom del Internet ha calado muy fuertemente en la sociedad del siglo XXI, siento que hemos olvidado la magia de vivir sin esa dependencia de Internet, tal como era antes, como en los 90.

Analizando este cambio y esta dependencia de las tecnologías, quiero compartirles una experiencia personal, mi año sin Internet en el celular.

smart

Entre el año 2013 y 2014 viví un año completo en Australia, durante ese año no tuve Internet en mi celular. No es que estuviese todo el rato totalmente desconectada, pero al irme sin 3G en el celular, sólo tenía acceso si había Wi Fi, algo que aunque no lo crean no es muy común en Australia.

Me fui de viaje con mi iPhone (modelo 4 en esa época) y aunque tenía todos los beneficios que ese modelo me daba, como sacar buenas fotos, decidí vivir mi año sin 3G, un poco por ser más económica y un poco para volver a vivir “como era antes”.

Durante mi estadía en Australia tenía dos celulares, mi iPhone con el que sacaba fotos y sólo usaba Wi fi en mi casa y un celular para sólo hacer llamadas y mandar mensajes, tales como eran en los 90 o principios del 2000.

Gracias a ellos, mi dependencia de la tecnología bajo notablemente. Ya no me levantaba y lo primero que revisaba eran los Whatsapp, o las redes sociales como Facebook o Instagram.

smart2

Esta “libertad” me permitió también ver la realidad de otra manera, sin ninguna ansiedad por estar conectada a las redes, me permitió abrir mis 5 sentidos y percibir cosas que no percibía por ser tan dependiente de Internet.

Mi año sin 3G me dejó salir de mi casa, mirar con los ojos y el corazón, percibir olores, aromas, admirar la ciudad y los paisajes, ver a las personas a los ojos y desarrollar mejor el sexto sentido, ese tan propio de las mujeres, que nos hace percibir las buenas y las malas energías, si alguien es de confianza o no.

Gracias a ello, también pude leer más libros, escribir más experiencias como un diario personal, ya que por más que se diga que leer y escribir depende de uno, el tener un aparato distractor con entretención fácil no hace que sea más fácil.

smart3

Cuando hablaba con mis amigos en Chile, realmente hablaba. Al no estar todo el tiempo conectada tenía una necesidad mayor de contar mis experiencias con más cariño y con más detalles.

Mi año sin Internet en el teléfono me permitió salir de mi casa sin preocupaciones, llegar a un parque en bicicleta, leer por horas y horas un libro mientras miraba los pájaros volar, sentarme en un café a escribir, dibujar y observar a la gente, sintiendo lástima por quienes sólo miraban el Smartphone mientras estaban acompañados. 

caminando

Ese año me permitió, incluso aburrirme, estar en mi habitación sólo mirando el techo, pensando o dejando volar mi cabeza, lo que estimuló mi meditación y reflexiones diarias de qué me estaba pasando emocionalmente.

Por esto y mucho más las invito a vivir ese “aburrimiento”, desconectarse del Internet. No es necesario que boten a la basura sus dispositivos o eliminen el 3G de sus vidas, sabemos que hoy eso es muy difícil. Pero si les sugiero, desconectarse al menos cuando salgan de casa y dense la oportunidad de desarrollar estos sentidos y estimular su mente sin la dependencia de la tecnología. 

¿Y tú, te sientes muy dependiente de Internet?

Por Margarita Lira

Fotos: we heart it