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Mis condiciones para amarte.

La mayor demostración del amor contemporáneo radica en subyugar al otro para que tome el teléfono primero y whatsapeé.

Luego de haber vivido un par de relaciones y otro par de rupturas dentro del contexto contemporáneo de amor (que es bastante distinto al de hace unos años atrás), en donde lo desechable impera, lo rápido nos come y el abanico de posibilidades se abre con solo destapar tu Mac y conectarte a la  red social de moda, podemos alarmarnos frente a que lo pensado como tal no es más que una proyección del propio deseo condicionando a que otro se convierta en lo que “yo” espero para satisfacer mis propias carencias y miedos infantiles.

Lacan, desde el psicoanálisis afirma: “amar es dar lo que no se tiene a alguien que no lo es”. Pero ¿qué es eso? Hace referencia a que somos individuos en falta, algo nos deja barrados, nuestra constitución psíquica está constituida desde la falta y es ésta la que nos permite desear algo que está fuera de nosotros (sin la falta la completitud nos constituiría psicóticos). Desde este ángulo el “otro” viene a sanear una herida narcisista por lo tanto siempre el “otro” es usado por nosotros (para llenar este espacio). Alejado está entonces, este concepto, del amor y el “dar” desinteresado que profesan románticos y artistas.

El amor no existe lo inventó Disney:

Es así que enamorarse sería entonces el acoplamiento de síntomas, dos estructuras que se acoplan debido a que el otro compensa cierta falta y logra calmarnos, equilibrarnos, “llenarnos”. Sería así que, por ejemplo: mujeres víctimas, dependientes e inseguras, adhieran bien a hombres que necesitan controlar, sentirse útiles desde el cuidado a otro, ya que ahí dos síntomas se acoplan y hacen que ambos se sientan compensados. Lo mismo sería, entonces, con mujeres a las que les gusta encargarse de todo, jugar a ser súper madres, que se avienen bien a hombres más bien infantiles, inmaduros que necesitan de una mujer que siga cuidándolos como cuando eran niños (tipo Marge & Homero Simpson). Acá dos síntomas se articulan también y el amor encuentra guarida fértil.

El tema de este acoplamiento es que el amor se desarrolla mientras el “otro” sirva para sentirme compensada, sentimos al otro como parte nuestra e incluso todo aquello que hace sentimos que nos lo hace a nosotras (“mira lo que me hizo! Me puso el gorro”) sin dar espacio a la individualidad que es el otro y que seguramente, y ojalá, haga cosas porque su deseo lo mueve y no para agradarnos o atacarnos de alguna manera.

¿Cómo damos paso entonces a un sentimiento más evolucionado entonces?

Difícil, entender que amar es sólo dar y que amar a alguien no es sinónimo a debernos algo, no es sinónimo a que es de nuestra propiedad, que amar a alguien es sólo eso y no esperar que el otro cumpla mis expectativas. Estas expectativas muchas veces responden a carencias infantiles que esperamos venga a resolver para calmar a nuestro niña interna herida.

Al entender estos puntos podemos comenzar a mirar a nuestro alrededor sin esperar nada a cambio y, por lo tanto, aprender a amar desde esta visión desinteresada.

Les aseguro que desde esta vereda nos dolerán menos las rupturas, nos sentiremos menos tocadas en lo que a autoestima respecta si nos engañan (porque no sentiremos que “nosotras” hicimos algo mal, sino que entenderemos que es problema de “otro”), pero principalmente amaremos más tranquilas y felices. Podremos construir un vínculo maduro y principalmente duradero.


Por Varinia Signorelli @espiiriitrompa

Psicóloga  / Magíster Psicología Clínica.

Se desempeña en el área Clínica y Educacional, realiza relatorías y difunde, en medios de comunicación /escritos/radio/tv), aspectos contingentes de la psicología femenina, infanto juvenil & vínculo madre – hijo

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