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Esta creencia, tan difundida como falsa, supone que el hombre tiene un “stock” de orgasmos ya determinado congénitamente. Y una vez superado ese límite, la vioda sexual está terminada.

La verdad es exactamente lo opuesto. La sexualidad es como un acumulador, una batería de automóvil: cuanto más se la use, más y mejor andará. “La función hace al órgano”, y un buen funcionamiento provoca una mayor recarga de energía, con todos los beneficios que conlleva.

Por sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff