Debo reconocer que nunca he sido una fan de la tecnología. Si bien he tenido computadores de escritorio, notebooks, iPod, blackberry y gran parte de los devices relacionados que podrían transmitir la imagen de una “mujer tecnológica”, mi relación con ésta ha sido bastante funcional y limitada más a las tareas del posgrado o al trabajo en la oficina que con otros fines. Sólo por mencionar algunos ejemplos, nunca tuve ICQ, evité el MSN a toda costa, actualmente no tengo internet en mi casa y si bien tengo Facebook, me preocupo de “podarlo” constantemente, porque francamente me supera la idea de saber que tengo contacto con más de 400 personas que dicen llamarse mis “amigos”, cuando a los verdaderos los cuento con los dedos de la mano.

No obstante,  por algunas circunstancias de la vida, mi relación con la tecnología y en especial con la maldita frase “redes sociales” , se ha vuelto más estrecha, en especial en aquellas épocas en que he vivido afuera, donde surge una necesidad inherente de estar en contacto con los tuyos, ya sea por estar al día, por extrañar, por sentido de pertenencia y también hay que reconocerlo, en su minuto, por amor.

Y es así como estos vínculos que eran en un comienzo reales, (o tal vez nunca lo fueron),  se trasladan a un plano etéreo donde se sustentan y alimentan  a través de actualizaciones de estado, SMS, MMS, chat, mails, Facebook, Twitter y cualquier otro medio virtual que permita hacer las distancias más cortas.

Pero,  ¿Qué pasa cuándo las distancias  ya son cortas y la manera de vincularnos  se asemeja a cómo si estuviéramos situados a miles de kilómetros de distancia? ¿Por qué estamos necesitando tener encuentros virtuales para luego dar paso a los reales? ¿En qué minuto dejamos de necesitar el contacto real y conformarnos por unos momentos con el virtual? o finalmente ¿Desde cuándo se volvió un problema no tener instalada la aplicación WhatsApp?

Si bien no me cabe duda que a todos nos agrada recibir señales de ese alguien especial, como así también saber que tenemos la tecnología a disposición nuestra para estar “conectados” cuando y donde queramos, considero que es importante y sobretodo, necesario, a que hagamos una pausa, nos detengamos un par de minutos e intentemos volver a lo REAL. Lo cual no es nada más que el volver a hablarnos, a escucharnos, a vernos,  y sobre todo a sentirnos con todos los sentidos… Es no dejar de lado nuestra naturaleza instintiva, de piel, donde sin duda alguna, todas estas nuevas formas de aproximarnos, escinden no sólo a nuestra persona, sino que también se encargan de anular aquello que nos hace únicos; nuestra esencia, algo así como que la coquetería y seducción son reemplazados por un emoticón rasca, una frase de 32 caracteres o un “me gusta”.

Es importante aclarar que con esto no pretendo atentar contra estas nuevas formas de contacto. La verdad sería bastante hipócrita si así fuera, ya que las ocupo día a día y soy una más de los más de 60 millones de personas que actualizan su estado de facebook frecuentemente y utilizan twitter como una heramienta de comunicación. Inclusive, siendo absolutamente honesta hasta he conocido un par de personas a través de estas vías, quienes han resultado ser excelentes amigos y en alguna época pasada, uno de ellos significó algo más…

La invitación y la doble vuelta es simple:

Es a reencontrarnos, a regresar a lo básico.  A volver a darse el tiempo para el cafecito después de la oficina  o a esa rica botella de vino bien conversada. Es a que demos un uso prudente de estos medios, teniendo siempre en cuenta que son sólo eso, MEDIOS y no un fin en sí mismos. A no engañarnos y confundirnos, ya que son parte de nuestro día a día, nos hacen la vida más cómoda, en ocasiones placentera y reconozcámoslo, son bastante adictivos, pero OJO! Ya que a la vez la hacen más impersonal y distante…

Pero sobretodo, el llamado es a que volvamos a transmitir, a necesitar y a buscar en el otro ese lado animal que hay dentro de cada uno de nosotros, el cual le queda demasiado grande y no tiene espacio alguno a eso hoy en día conocido como la tecnología 3G, sin la cual no vivo, pero que con sólo ella, muero.

MPB…REFLEXIONES DE UNA MUJER COMO TODAS NOSOTRAS. TODOS LOS VIERNES EN MUJER Y PUNTO