torresvero

Siempre lo he dicho y he pensado… no hay nada más gratificante que viajar, conocer otras culturas, paisajes, personas y sobre todo conocerte  o bien reconocerte como la gran mujer que eres…

Hace más de una semana, sentada en mi oficina me animé a tener un fin de semana diferente … un fin de semana que fuera íntimo, donde poder viajar, conocer y compartir con alguien muy especial… Yo misma…

Debo reconocer que cuando empecé a planificarlo y lo comenté con otras personas, causó algo de revolución, pues muchos me miraban y me decían: ¿y sola?… ¿y quién te sacará fotos?…. ¿y no te aburrirás?… Desde mi interior, siempre quise hacer esta aventura sola, sin embargo, por estigmas sociales igual pensé en quién querría y podría sumarse… sin embargo, mucho fruto no obtuve, con lo cual reafirme que mi viaje sería conmigo misma.

Y comencé mi travesía de fin de semana con destino final a Torres del Paine.

En el vuelo hacia Punta Arenas, a mi lado venía una señora de unos 67 años (sola también), y me empecé a imaginar que al igual que yo, estaría embarcándose a una aventura individual…sin embargo, con el paso de los minutos, empezamos a conversar y me di cuenta que su destino era un lindo reencuentro familiar con sus nietos que no veía hace un año…Esta mujer terminó siendo una caja de sorpresas realmente, tenía muchísimo tema y lo mejor de todo, compartía mis mismos gustos por los viajes, por conocer y empaparse de la riqueza que el universo nos regaló a cada ser humano.

El viaje del que más recuerdos tenía, fue uno que realizó en los 90 a la India… curiosamente un destino fascinante que aún tengo pendiente por realizar. Lo divertido de todo, es que las 3 horas de vuelo pasaron literalmente “volando”.

Una vez arribada en Punta Arenas, partí en bus a Puerto Natales. Cuando supe que eran dos horas y media de viaje dije.. uff… pero ya estábamos ahí así que me acomodé y saqué mi libro (“come reza y ama” de Elizabeth GIlbert.. buenísimo a todo esto, se los recomiendo). Comencé a leer y de repente mi punto de interés se enfocó en el hermoso paisaje que había afuera. Realmente nuestro país es bellísimo… me sentía tal cual como la película “Más allá de los Sueños” de Robin Williams… era como estar en un gran cuadro (sin marco) donde cada objeto estaba en el lugar preciso con sus colores únicos entregando una armonía visual que relaja, y que te recarga de energía. Realmente parecía niña chica impresionada pegada a la ventana mirando todo… y gozando de este hermoso lugar, tanto así que no quería llegar a Puerto Natales, aunque sabía que allá y en las torres el paisaje sería aún más cautivador.

El bus paró en Puerto Natales, me bajé y lo primero que sentí fue ese olor a chimenea, a pan amasado… a aire helado pero increíblemente limpio (así que aproveché de respirar varias veces para limpiar los pulmones). El frio me llegaba a los huesos… el viento despinaba mi pelo y mi chasquilla… pero realmente no podía estar más feliz… tenía una sonrisa de oreja a oreja… era una sensación casi orgásmica de haber logrado llegar allá y de que el paisaje me hablara tanto y me entregara tanto…

Esa tarde, opté por una buena ducha, una buena sopa de zapallo y mi libro. En la pieza del hotel no había televisión ni señal de internet, por lo que el silencio era absoluto, pero era un silencio increíblemente acogedor.

El sábado, pasó el tour por mi… me subo a una van con personas de diferentes culturas y países, entre chilenos, argentinos, italianos, holandeses y gringos. Qué maravilla ir sentada mirando el hermoso paisaje y escuchar la misma descripción de lo que hay afuera en 3 idiomas!… no podía más!… nuevamente mi sonrisa estaba a punto de salir por las ventanas de la van!…El guía además resultó ser un amante de la zona y de poder transmitir a los turistas la belleza del lugar. Es más se notó tanto toda esta alegría y amor por su trabajo, pues paramos en todos los puntos donde había algún animal, o planta que ver. Realmente fue notable… ver volar 4 cóndores a metros mío, ver una cantidad de ovejas gordas y flojas…. Huanacos por mil, corriendo y saltando (no tenía idea que saltaban), ñandúes, etc…

El día estaba más bien triste y oscuro, pero siempre tuve la fe de que en el parque, el cielo se abriría y el sol más lindo iluminaría aún más el paisaje y conocería las torres!… cosa que es casi a la suerte de la olla, pues uno se pega un buen pique para ir a conocerlas y ellas si quieren están con sol, o con lluvia….

Ya llegando al parque nacional de Torres del Paine, no pude más… el corazón se me salía de la emoción al ver algo tan hermoso, tan puro, tan mágico… sólo les puedo decir que me enamoré como nunca (y eso que he sido bien enamoradiza) y conversé con todo, hasta con el iceberg que se desprendió y llegó a la orilla del mar para que lo tomáramos y pudiéramos compartir con él y sacarnos fotos. No me había conectado tanto como lo hice en este viaje… y lo único que pude hacer, fue agradecer… pues es un privilegio estar frente tanta belleza y a la vez empaparse de tanta energía positiva.

Es un viaje que se lo recomiendo a todas!… una experiencia enriquecedora y muy satisfactoria al ver y sentir que una mujer lo pasa increíblemente bien con ella misma… pues realmente somos muy entretenidas!!!!!…

Veróncia Onetto.