Cuenta la historia que un ser supremo y omnipotente llamado Dios le habló desde una montaña a un señor llamado Moisés. Dios le recordó a Moisés de que había liberado a unos israelitas del Faraón, y de cómo la devastación en Egipto demostró su poder y fuerza. Después le dijo que si la gente le hiciera caso, su nación sería grande y santa. Luego le dijo que le ordenara a la gente que se limpiara y que todos se prepararan porque en tres días más iba a bajar de la montaña. La gente no debía tratar de subir la montaña y ni siquiera tocarla.
En el tercer día, hubo truenos y rayos como el sonido de una gran corneta (o trompeta). La montaña estaba cubierta con nubes espesas de humo porque el Señor bajó con fuego (sin quemarse). Toda la montaña temblaba y toda la gente tenía mucho miedo. Nadie pudo subir el monte aparte de Moisés. En este tiempo, Dios le dio a Moisés los Diez Mandamientos. Dentro de esos hay uno que dice “No desearás la mujer de tu prójimo”, mandato casi tan paradójico como si hubiera dicho se espontáneo.
Dejando de lado al fantasía y la psicosis colectiva de lado, la ciencia ha demostrado que cuando los hombres están cerca de una mujer atractiva, hay un aumento natural en los niveles de testosterona, lo que en algunos casos aumenta en involucrarse en conductas sexuales riesgosas.
Lo interesante es que sin mandamientos de un señor que vive en el cielo, el aumento en la testosterona no ocurre cuando la interacción es con una mujer comprometida con alguno de sus amigos. Los niveles de testosterona son mayores al interactuar con mujeres sin vínculo, que si lo hace con parientes o parejas de sus amigos. El cerebros del hombre hétero respondería distinto si es que corresponde con una mujer socialmente aprobada y disponible. Esto podría ser para mantener una relación armoniosa con los pares, pero si bien la ciencia dice esto, en casos de la vida real, he sido distinto de cosas muy diversas. ¿Y tú?
Ps. Rodrigo Jarpa
Especialista en Sexualidad y Terapia Sexual
@rodrigojarpa
