You are currently viewing No te enojes con tu peor es nada, si él nunca te prometió nada

No tengas una relación casual, si tus sentimientos no son casuales. A golpes, aprendí que ya no estoy interesada en recibir la mitad o en relaciones superficiales. Ya no estoy dispuesta a elegir lo peor, sobre nada. Ya no tengo miedo de huir de alguien que me trata como opción y no como prioridad.

Hace un año, me metí en una relación con un chico que podría llamar fue mi “peor es nada” por cuatro meses. No era un noviazgo, pero podría decir que se parecía.

La verdad es que él me buscó y al comienzo era un encanto. Muy atento y se mostraba muy interesado en mí. Comenzamos a salir, sin nunca hablar de qué buscábamos en la relación. Solo nos divertíamos y pasaba el tiempo.

Entonces, las llamadas comenzaron a disminuir. De hablar todos los días, los mensajes se redujeron a día por medio. Luego cada dos días. Y casi al final con suerte una vez a la semana. Todo esto después de 3 meses de estar saliendo, cuando esperas que los mensajes aumenten, no que disminuyan.

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Yo me sentía cada vez más ansiosa y decepcionada. No solo por el tema de los mensajes, sino que también porque cuando yo quería hablar de algo serio, él cambiaba el tema y no le interesaban en lo más mínimo.

Como no soy masoquista (o creo que no lo soy) pensé muchas veces en cortarlo y no volver a verle, pero entonces, cuando tenía la decisión tomada, él aparecía en gloria y majestad con un gesto súper tierno y dándome excusas de que estaba con mucho trabajo.

Le presenté a mi familia, le presenté a mis amigos, y con todos él parecía llevarse bien. Pero él nunca me presentó a los suyos, ni me invitaba a los panoramas con su gente.

Fui muy ingenua lo sé, pero tampoco estaba ciega. Un día, después de muchas decepciones, me junté a hablar con él sobre la situación de nuestra “relación”. Y con miedo a perderlo, pero sabiendo que esa inestabilidad me mataba mucho más que el estar sola, le dije que yo quería seguir con él, pero no de esa forma. Que quería algo más y que sabía que corría el riesgo de perderlo, pero que ya no podía sostener más esa angustia.

Por supuesto, él me dijo “no estoy listo para tener una relación“, así que todo quedó ahí. El tipo nunca fue para mi.

Mi lección es que lo espere todo cuando mi “peor es nada” me prometió eso mismo: nada. Y al final, sufrí más de lo que esperaba. Duele que te duela, cuando no se supone que te debería doler.

Cuando me decepcioné, me di cuenta de que tal vez estaba invirtiendo más tiempo en él, y Tal vez, debería haberle pedido algo más a tiempo, decirle que yo no quería una relación así.

Entonces, me encontré con la cruda verdad: Estaba enojada con mi “peor es nada”, pero necesito recordarme que no se me permite estarlo. Este chico y yo, nos metimos en una relación sin compromisos desde el principio, pero por alguna razón, esperaba que él se comportara como caballero.

Mis lecciones, después de esa tortuosa relación, además de que todo pasa por algo, son las siguientes:

Si quieres algo más, no te conformes con menos.

Expresa tu opinión. Averigua qué es lo que realmente quieres y pon tus necesidades como prioridad, que no sean flexibles ante lo que alguien más desea.

Queremos jugar a ser la chica segura, sin problemas, pero necesitamos tranquilidad. Queremos jugar a que somos geniales y no necesitamos a nadie, pero nuestros sentimientos comienzan a salir a la superficie. Y no sabemos qué es por lo que vale la pena luchar y que no, no sabemos que hacer cuando los chicos nos decepcionan.

Sentimos que nos deben algo sin haber preguntado por nada, sin saber ni siquiera nosotras qué es lo que queremos con honestidad.

Tu “peor es nada” no te debe nada. Tú debes pedir lo que quieres.

Deja de culpar a los demás, cuando tú eres el denominador común.

No es un accidente que el chico haya estado equivocado sobre lo que yo quería. Mi discreción fue la que estaba mal. E incluso, más que eso, mi silencio. Mi “peor es nada” no respetó la relación y desde el minuto uno que me molestó, debí haber hablado y no aceptar excusas baratas.

No tengas una relación casual, si tus sentimientos no son casuales.

Pensé que podía ser la chica con el exterior duro y el corazón blando. Pero resulta que soy la chica con el corazón blando y el exterior aún más dulce. Y cuando amo, amo con todo lo que tengo para dar – y es hora de que comience a amarme a mi misma en la misma cantidad.

Por Margarita Lira