Según una frase que leí por ahí “El viaje a las estrellas no tiene retorno” y a medida que más pasa el tiempo, más noto que es increíblemente cierto.
Es un hecho, crecer es un camino de una sola dirección. Nacemos niños y niñas para luego ir aumentando de estatura, medidas y conocimientos. Lo mismo sucede al momento de crecer por dentro. Una experiencia difícil te cambia, pero si logras abrir los ojos y despertar a las lecciones que trae consigo, ese cambio será sustancial y eterno.
Hace un par de semanas, conversaba con una paciente que visitó mi consulta, acerca de lo incómodo que resulta “tener”, defínase tener con todo el cariz imperativo que este concepto encierra, que lidiar con miedos, situaciones tristes o personas que incomodan. La cosa es que no hubo respuesta de mi parte. Primero, porque si le salía con un “No sabes lo mucho que vas aprender de esta situación”, me hubiese ganado un buen combo el plena cara y segundo, porque he aprendido que ese descubrimiento resulta siempre y únicamente, personal.
De todos modos, creo y siento firmemente que cambiar el switch es fundamental en los momentos difíciles. Porque victimizarse solo trae consigo más sufrimiento, del real y del imaginario, y además, porque si logramos dar una vuelta a lo que sucede y cambiar la mirada ¡Pucha que se nos hace llevadero, absolutamente todo! Es como estar corto de vista perpetuamente e ir a una óptica donde te pruebas los lentes correctos; todo cambia en ese instante y la vida se puede vivir de la mejor manera.
Así que, invitémonos a nosotros mismos a viajar a las estrellas, a crecer, aprender y reírnos del dolor y agradecerle u honrarlo como el gran maestro que es. Y por supuesto a delinear un presente y un futuro tan brillante como la mejor estrella del firmamento.
Carolina Bustamante Cornejo
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