El perdón y el rencor van de la mano, y la verdad es que es muy difícil perdonar a alguien que marcó tu vida por el inmenso daño que provocó. Muchas veces son dolores que no acompañarán por toda la vida, pero si hay algo de lo que estoy segura, es que aprender a perdonar sana el alma, nos libera, nos permite dejar atrás y volver a partir. Perdonar no necesariamente significa olvidar, pero sí significa dar vuelta la página y seguir nuestro camino sin esa espinita clavada en el corazón.

El otro día encontré un testimonio que circulaba por Facebook y que era referente justamente al perdón. El mensaje que entrega se explica por si solo. Se trata de una madre que tuvo que criar a su hija sola debido al abandono por parte de su padre. Ella nunca le ocultó nada a su hija y la sorpresa que se llevó al darse cuenta del inmenso corazón de la pequeña hizo que publicara algo tan íntimo en las redes sociales. El mensaje es verdaderamente inspirador y las invito a leerlo:

”Mi hija no ha visto a su padre desde que tenía cuatro años. Ahora tiene once. Cuando ella tenía 2, él me contactó y preguntó si yo podría autorizarlo a terminar con sus derechos como padre para que pudiera dejar de pagar la manutención, y yo acepté. Quería evitarle el dolor de un padre ausente y el sacrificio de su aporte financiero valía la pena, para que no la volviera a decepcionar nunca más. Nunca le mentí a ella sobre su padre. Siempre he contestado a sus preguntas de la forma más apropiada para su edad.

Cuando tenía cuatro años él me contactó y me dijo que le habían diagnosticado cáncer y que quería verla. Planeamos un día y nos encontramos en un parque. Me pidió dos horas. Estuvo 20 minutos y nunca más supimos de él. En el verano nos topamos con alguien que lo conocía y me comentaron cómo mi hija se parecía a los otros hijos de él. Me contaron que se había establecido y que tenía una familia ahora. Se me hizo un nudo en el estómago pensando en lo doloroso que sería para mi hija. Corté la conversación y nos fuimos al coche, y cuando nos íbamos a ir la vi sonriendo. Me dijo: “Mamá… Él descubrió como ser un padre. Eso es una cosa muy linda. Estoy feliz por sus hijos”. Y ese fue el día que una niña de 11 años me enseñó todo lo que necesito saber acerca del perdón”

¿Increíble no?

Por: Fernanda Urzúa M.