Hace unas semanas, celebramos en Chile la marcha por la igualdad, convocada por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) en el centro de Santiago. Con orgullo, unas 80 mil personas participaron de la manifestación enmarcada en la 12 conmemoración del día del orgullo de gays, lesbianas, bisexuales, trans e intersexuales en Chile y en el 21 aniversario del movimiento de la diversidad sexual en el país.

Antes de partir organicé un “desayuno” en mi casa con mi familia y amigos…mientras compartíamos unas “mimosas” y unos exquisitos panes con palta, comentábamos entre los presentes acerca de lo que estábamos próximos a presenciar. Hablábamos por ejemplo de como verían o comentarían sobre las fotos que sacábamos, nuestros nietos o bis nietos si es que llegaran a verlas… ¿Les llamaría tanto la atención, como nos ocurre ahora a nosotros al pensar por ejemplo, en la discriminación a la raza negra o hacia las mujeres hasta hace no mucho tiempo? Pero lo que más me impactó, fue la confusión conceptual que no discriminaba entre mis amistades hetero ni homosexuales ahí presentes.

Dándole una vuelta, no sé si tal confusión es tan poco entendible, al considerar la poca o nula educación que hemos recibido al respecto. Es por esto que aprovecho este espacio para hacer una resumida aclaración de algunos conceptos; que si los confundimos, no entendemos ni integramos, podemos discriminar o discriminarnos, sin si quiera darnos cuenta.

No es lo mismo identidad sexual, que orientación sexual…tampoco es lo mismo transexual que travesti…y lo que me costó entender es porque en medio de la conversa salieron los pedófilos, los abusadores sexuales y los “curitas”…creo que se estaban mezclando peras con manzanas.

La identidad sexual es la percepción y autoconciencia que tiene el individuo de ser hombre, mujer u otro. Este no sólo es un fuerte condicionante del comportamiento humano, sino, además, uno de los pilares más profundos e inamovibles que sustentan nuestra personalidad.

La identidad implica un proceso de “auto-definición” (Yarhouse, 2001). Es un concepto amplio, parcialmente constituido por la identidad de género y la orientación sexual. También la elección de objeto e intención. Dentro de este marco conceptual, la identidad se refiere al sentido de una persona de ser hombre, mujer o transexual: el objeto de elección denota fuentes de atracción sexual; y la intención se refiere a como el individuo responde a sus impulsos sexuales (Cass, 1984).

Desarrollo de la Identidad Sexual

Nacemos seres sexuados con un sexo biológico determinado y nos hacemos sexuales con una identidad de género específica.

El fenómeno de adquisición de identidad de sí misma (o), se inicia desde etapas muy tempranas en la vida, como un proceso dinámico y didáctico, resultado en sus primeras etapas del autoconocimiento por exploración y posteriormente de una interrelación de la persona con el medio social, de la confrontación con los y las demás.

La transexualidad, transexualismo o trastorno de la identidad de género (o identidad sexual) son términos sinónimos y puede definirse en términos generales como una forma extrema de malestar o disforia con el sexo somático.

La primera definición del término transexualismo data de 1953 y fue acuñada por Harry Benjamín, endocrinólogo alemán afincado en Nueva York, el cual lo describe como la asociación entre normalidad biológica y la convicción de pertenecer al otro sexo y en consecuencia, con el deseo de cambio de sexo (Benjamín, 1953).

Tanto en Chile, como a nivel mundial, es cada más frecuente constatar el deseo de cambio de sexo del que hablaba Benjamín.

La orientación sexual en la transexualidad puede ser igual que en la población no transexual -heterosexual, homosexual, bisexual o asexual-. Es decir, en la naturaleza pueden existir todas las combinaciones posibles en cuanto a la atracción erótica.

Según diversos estudios internacionales (Tsoi, 1993 – Gómez Gil y cols. 2003; Bergero Miguel y cols., 2001) la mayoría de los transexuales que se sienten mujer refieren atracción por hombres heterosexuales, y la mayoría de transexuales de mujer a hombre se sienten atraídos por mujeres heterosexuales.

La transexualidad es una condición que habitualmente genera un gran sufrimiento en prácticamente todos los ámbitos de la vida. Este sufrimiento es consecuencia, tanto del profundo malestar con el propio cuerpo o sexo anatómico y la necesidad de realizar el cambio de reasignación sexual, como del frecuente rechazo familiar y social, principalmente en las primeras fases del proceso de cambio.

En nuestro país, las personas transexuales -generalmente- viven marginadas y excluidas socialmente, rodeadas de una nebulosa de ignorancia, prejuicios y falta de conocimiento.

Resulta fundamental romper con la barrera generada a través de la falta de información, siendo necesario conocer la realidad de esta comunidad que vive día a día bajo el ojo crítico de una sociedad que no la conoce.

Ps. Rodrigo Jarpa

Especialista en Sexualidad y Terapia Sexual

@rodrigojarpa