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Valorarnos, cuidar nuestro cuerpo y alma, además de imprescindible para tener una buena calidad de vida, es necesario para poder entablar vínculos sanos y nutritivos.

No se trata de narcisismo ni de un exceso de celo por el propio bienestar.  La cuestión es sentirnos bien para poder compartir con los otros – con una pareja también – desde el bienestar y la plenitud, en lugar de hacerlo desde la falta y la necesidad.

Estas son algunas de las razones por las que estar bien contigo mismo te permite construir relaciones desde un buen lugar:

  • Estás con el otro por deseo y no por necesidad: cuando uno arma una relación porque quiere realmente, las chances de que todo salga bien son muy superiores a las de quien busca una pareja porque no soporta la soledad, por ejemplo.
  • No buscas a quien te complete: no necesitas una “media naranja” porque eres una fruta completa. Cuando estás en plenitud, buscas complementariedad, no alguien que venga a llenar tus vacíos. La realidad es que todos tenemos huecos y aprender a convivir con ellos es señal de sabiduría y madurez.

También puedes ver: amor verdadero o miedo a perderte.

  • Te aceptas en tus defectos: en lugar de juzgarte, criticarte y sentirte inferior por ellos, abrazas tus imperfecciones y trabajas en mejorar tus aspectos más débiles. Somos seres humanos y, como tales, podemos evolucionar. El desafío es poner esfuerzo en cambiar lo que no nos gusta de nosotros.
  • No te juzgas: cuando no te juzgas, tampoco juzgas. En una pareja, como en cualquier otra relación, la clave es la aceptación del otro en su diferencia, en su peculiaridad. Las  personas que tienen relaciones más lindas y sanas son las que entienden que todos somos distintos y no emiten juicios acerca de los demás.
  • Eres positivo: no se trata de que te pongas alegre con todo, sino de que llegues a aceptar con naturalidad que las cosas malas también ocurren y hagas de ellas una oportunidad en lugar de un drama. Las personas negativas contaminan y deterioran sus relaciones con temores, juicios y dudas.

También puedes ver: me perdí en mi pareja, cómo retomar lo que fui.

  • Tienes mucho para ofrecer: te valoras, trabajas para superar tus limitaciones y tu crecimiento interior es una meta. Fíjate cuantas buenas razones para compartir contigo: eres un espejo de cómo se puede crecer. Por el contrario, las personas que viven tirándose abajo no suelen ofrecer el desafío del crecimiento personal. A veces, de manera involuntaria, buscan atención pero no es una forma sana de hacerlo.
  • No te dejas afectar por las opiniones ajenas: no se trata de que no escuches a los demás, solo que no atiendes a consejos no pedidos. Interpretas que cada quien vive su vida como desea o puede y, muchas veces, proyecta en los demás sus propios deseos o frustraciones. Escuchas pero no se te pega lo que no te pertenece.
  • Eres agradecido: tanto por lo que tienes como por lo que no. Tomas la vida como un desafío, valoras cada cosa que tienes y cada oportunidad que se te presenta. Entiendes que todo llega a su tiempo y no apuras a nada ni a nadie. Las personas agradecidas son entrañables.
  • Tienes tiempo para lo que te gusta: sabes que la vida es valiosa y no desperdicias momentos. Te nutres de personas amorosas y tratas de serlo tú. Haces cosas bellas y te prodigas a los demás. Nunca te quejas de la falta de tiempo; sabes administrarlo para no sentir que la vida se te va.

También puedes ver: autoestima, una oportunidad para crecer.

Por: Valeria Schapira

Experta en relaciones para Match.com