You are currently viewing Rodrigo Guendelman: “Es mucho más fácil ser hombre”

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Hay un comercial de la marca Dove que ha calado hondo en el público femenino. En sus tres minutos de duración, un grupo de mujeres se enfrenta a un ilustrador quien les pide que describan su rostro. Luego, en la segunda parte, un observador imparcial -alguien que no conoce a la mujer- debe describírselo al dibujante. Finalmente, cada una de las participantes es enfrentada a los dos retratos. La mayoría no lo puede creer. Se emocionan. Se sorprenden. Se deprimen.

¿Qué pasó? Como muchos de ustedes ya deben estar suponiendo, la versión de ellas es tremendamente castigadora respecto de la realidad y, por supuesto, diametralmente opuesta a la versión de quienes debieron describírselas al retratista. Ellas se afean. Ellas ven defectos donde no los hay. Ellas han sido criadas con un patrón cultural que se desliza entre el masoquismo y la necesidad constante de verse bien para ser aceptadas y deseadas. Ellas se quieren poco. Ellas tienen problemas de autoestima.

Miren ahora la diferencia. Ya circula en Internet una parodia en versión masculina que es para miccionarse de la risa. Ellos usan adjetivos superlativos para describirse, uno cuenta que tal como le decía su mamá “tiene los dientes más lindos”, otro dice que cuanto más viejo más espectacular se ve. En fin, los hombres no paran de autopiropearse. Y, obvio, también hay una disonancia respecto de lo que ven las personas que los deben describir. Pero eso ya es parte del chiste y no del análisis de esta columna.

Fíjense en esta cifra. La inspiración del comercial de Dove viene de estudios que dicen que apenas un 4% de las mujeres se consideran lindas. Digámoslo al revés: un 96% del universo de féminas encuestadas por las empresas de investigación de mercado que usó como fuente esta multinacional se encuentran poco agraciadas o feas o sin brillo.

Qué duro ser mujer. Qué fuerte tener que competir con un maniquí delgado, con cintura y pechugas; o peor, con esas gráficas enteras photoshopeadas que muestran potos sin una gota de celulitis. En cambio, a nosotros, nadie nos jode. Si hasta sé de mujeres que endiosan a Zach Galifianakis, el gordito de la película “¿Qué  pasó ayer”?, como un verdadero Adonis. Es más: hombre muy preocupado de la facha, con demasiadas calugas y ropita apretada sólo le gusta a las bailarinas de Yingo.

Yo que ustedes, señoritas, no me compro ninguna más de esas cremas y me funo a todas las empresas que las llevan embaucando una vida entera. Y me meto a terapia hasta terminar de construirme un ego como la gente. Y me cago en la hostia. Mientras, desde la otra vereda, los afortunados les mandamos un abrazo lleno de buenas vibras. Y un recado: son infinitamente más lindas de lo que ustedes creen.

Por Rodrigo Guendelman

www.guendelman.cl