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Qué pedazo de película es “Gloria”. Sólidamente dirigida y extraordinariamente actuada. Al mismo tiempo emotiva, chistosa, profunda y realista. Una pequeña joya. Pero no todos quedan bien parados en esta realización de Sebastián Lelio. Por lejos, son los hombres la especie más vilipendiada. Rodolfo, el separado sesentón que tan bien interpreta Sergio Hernández, es el mamón chilensis en su máxima expresión. “Rodolfo viene a engrosar la larga lista de personajes masculinos del cine chileno reciente: irresolutos, mamones y cobardes” dice la periodista Yenny Cáceres en la revista Qué Pasa. Cierto. Basta acordarse del protagonista de “La vida de los peces”, esa muy buena película de Matías Bize, quien habitualmente representa de manera similar a sus congéneres. “Sus personajes masculinos pueden ser el mismo hombre tímido, enfrentado a mujeres fuertes; mujeres de armas tomar, pero agotadas de pasarlo mal ante esa “sensibilidad” masculina que bien podría ser simplemente cobardía de vivir”, dice el crítico Gonzalo Maza en su comentario sobre la cinta.

Podemos retroceder un poco más en el tiempo y acordarnos también de los tres hombres que dan vida a los personajes masculinos más importantes de “Sexo con Amor”: el mamón de Boris Quercia, el pastel de Alvaro Rudolphy y el fresco-pusilánime de Patricio Contreras. Por eso, aunque sea dura y bien poco cariñosa la forma en que son representados los machos adultos en “Gloria”, no es menos cierto que esas debilidades son tan verdaderas como el día y la noche. “Puede reflejar una cierta realidad del hombre chileno”, le dijo Sebastián Lelio al diario La Tercera. Y el crítico Pablo Marín apuntó que “el macho pusilánime e irresoluto encarnado por Hernández supone una continuidad del retrato del ser masculino en las películas chilenas”. Uff. Nos están dando duro. Por todos lados. Y hace rato. En la casa, en la pega, en las películas, en la vida. No hay escape. Difícil hacerse el avestruz.

Si a eso sumamos el “secreto mejor guardado de los hombres”, tema que fue portada de este mismo suplemento hace dos semanas, y que se refiere a la tendencia mundial respecto de la baja de líbido en los hombres, algo así como que es a nosotros a quienes ahora nos “duele la cabeza”, la cosa está compleja. Me viene a la memoria el otro personaje masculino de “Gloria”, que interpreta Alejandro Goic: un adulto pendejo que no fue capaz de relacionarse con sus hijos ni preocuparse de ellos por años y que ahora lloriquea de arrepentimiento. Otro pastel, otro tipo débil, otro cagón más. Pero Lelio no es completamente ingrato con los hombres. Hay un hijo de Gloria, un veinteañero que ya bordea los treinta y que se hace cargo, solo, sin pareja, de su hijo. Ahí está la esperanza, parece decir el director, en las nuevas generaciones. Porque cualquier chileno, hombre, mayor de 45 años, está desahuciado emocionalmente. Por default. Por defecto. Salvo claro, y esto es ya es opinión del columnista, que ese tipo esté dispuesto a trabajarse, a revisarse, a terapiarse.

Es muy difícil, y tal vez hasta injusto, que nuestros padres y abuelos y bisabuelos vivieran con el mismo paradigma y que a nosotros, a esta generación de cuarentones para arriba, nos toque caminar sobre espinas. Si la metáfora suena muy cursi, mejor traduzcamos: que nos toque enfrentarnos a mujeres empoderadas, independientes y autosuficientes que exigen, con justo derecho, un compañero que esté a la altura, un amante que esté a la altura, un padre de familia que esté a la altura. Es un tremendo desafío. Carecemos de herramientas y educación al respecto. Y nuestros viejos no nos enseñaron a vivir sin el subsidio que daban las sociedades eminentemente machistas. No lo niego y, como todo tipo de mi edad, lo vivo en carne propia: es complejo ser hombre en esta etapa de la historia. Pero quejarse no sirve. O nos capacitamos y usamos todo el crédito Sence acumulado, o nos vamos a quedar solos y amurrados. Cual niños que se niegan a crecer aunque las canas, la ponchera y la presbicia hablen de un adulto biológico. Como Rodolfo, el pretendiente de Gloria, un perdedor que jamás se la podrá con una mujer de alta autoestima. Gran película. Gran pateadura a los hombres. Gran lección.

Por Rodrigo Guendelman

www.guendelman.cl