A menudo escuchamos que con el tiempo las parejas aprenden a vencer dificultades. Sin embargo, ¿qué sucede cuando dos personas se encuentran constantemente atrapados en el círculo vicioso de peleas? Son aquellas relaciones en las que el amor se ha convertido en coraje, y la esperanza en amargura.
Muchos logran aferrarse a querer rescatar la relación cuando ésta ha exhalado ya su último suspiro. ¿Por qué terminan algunas relaciones de pareja? ¿Por qué se aferran a rescatar lo que hace tiempo se hundió? Con el paso de la relación uno aprende a no admitir responsabilidades y a señalar, se van acostumbrando a una compañía llena de muchos silencios; a vivir en una relación con fuertes carencias donde el miedo, la falta de confianza, maltrato e infidelidad se manifiestan constantemente.
Situaciones como: repetir patrones, elecciones inconscientes, resolver cuestiones de la infancia y rescatar al otro son algunos síntomas que se manifestaran en la relación de pareja. Se llega a adoptar un modelo dañino en la relación donde se busca controlar el comportamiento del otro; se espera un cambio y se manifiesta la victimización. La pareja se convierte en el espejo de lo que emocionalmente uno tiene que trabajar.
Resulta curioso como muchas parejas se acostumbran a estar mal. De manera inconsciente se sabotean los pequeños momentos buenos volviendo a señalar, criticar, reprochar y lastimar a su pareja. De forma enfermiza aprenden a disfrutar la infelicidad y el dolor. “Dado que sólo existe el blanco y el negro y a mí me niegan el blanco, voy a disfrutar lo que es completamente negro”.
Las parejas felices no están libres de peleas, pero es una realidad el hecho de que deban existir un mayor número de interacciones positivas, más que negativas. Sin embargo las relaciones que están destinadas al sufrimiento y al desgaste emocional no necesariamente acaban separándose. Algunas prefieren permanecer infelizmente unidas, llevando una vida en paralelo, es decir, viviendo juntos bajo un mismo techo, pero sin confiar ya el uno en el otro.
El psicólogo Gottman comparte cinco dimensiones básicas “el puntaje Buehlman” donde por medio de una entrevista de 5 minutos realizada a 120 parejas con hijos en edad preescolar predijo con una precisión del 94% si estas se separarían durante los próximos 4 años. Las parejas que obtuvieron una baja puntuación en todos los siguientes cinco apartados terminarían divorciándose.
1. Cariño y admiración
Las parejas felices relatan sus cuentos con calidez, afecto y respeto por el otro… los cumplidos espontáneos son comunes. Sin embargo, las parejas con mayores interacciones negativas aprenden a centrarse en los aspectos desfavorables. De modo que acaban transmitiendo más frialdad que afecto y más desprecio que admiración; encuentran la crítica y el señalamiento como su mecanismo de defensa.
2. Yo vs. Nosotros
Las parejas más contentas tienden a contar historias en las que funcionan como una unidad o equipo. La sensación de que están “juntos en esto” es palpable. Logran objetivos juntos, se esfuerzan y disfrutan los éxitos como esfuerzo de dos y no de uno.
Las relaciones con mayor grado de insatisfacción emocional pierden el sentido del “nosotros”; aprenden a destacar aspectos individuales más que relatar experiencias vividas en parejas. “El esfuerzo que he hecho para comprar esta casa”.
3. Deseo de conocer a tu pareja
Cuando existe un fuerte deseo de cada día de conocer a la pareja se intensifica el vínculo entre ambos. El querer saber lo que hacer feliz, lo que pone triste, lo que irrita a tu compañero genera una fuerte empatía por querer hacer sentir bien y desear el bien.
Durante el viaje de la pareja, debido a la monotonía, trabajo, cansancio, muchos llegan a perder el interés y conexión por conocer al otro. Se pierde energía y poco a poco olvidan mencionar e incluir a su pareja en el día a día.
Se ha visto que las parejas con mayor apatía hacia su relación carecen de una complicidad y conexión.
4. Celebran esfuerzos en lugar de alimentar problemas
Es claro que la clave en una pareja para sobrepasar problemas es convertir la situación en una experiencia de vida. La diferencia está en la forma en que interpretan los acontecimientos negativos y los positivos. Unos optan por ser víctimas y otros se reponen y logran ser resilentes.
Hay parejas que destacan sus buenos tiempos y hacen brillar sus momentos más difíciles, y hay otras, que acentúan sus fracasos y no sus éxitos.
La pareja con mayores herramientas emocionales no dedica demasiado tiempo a recordar un evento de crisis para ambos, sino que prefieren centrase en relatar cómo lograron resolverlo. Estas parejas se dan cuenta cómo encontraron la forma en que eso los ayudó a fortalecer su compromiso.
5. Decepción vs. Satisfacción
Las parejas más estables sienten que su relación ha alcanzado a satisfacer sus expectativas. Al expresarse sobre su matrimonio tienden a reflejar un anhelo por conservar y cuidar su relación.
Sin embargo las parejas más infelices muestran su insatisfacción y frustración desde el inicio del dialogo creando así un relato negativo de su pareja. Tienden a poner su desdicha como consecuencia del otro. Se sienten solos, no apoyados, frustrados con la idea que con quien se casaron es muy alejado a la realidad.
Sin embargo es importante entender que la completa pérdida de un relato positivo no es algo que se produzca de la noche a la mañana. Es importante hacerse responsables de uno mismo, de dirigir de nuevo metas y de crear una vida. Saber cuándo es sano soltar, y lejos de ver una separación como un fracaso convertirlo a una experiencia. Cuando uno se abre a permitir que esto suceda, entonces sucede.
Por: Helena Lebrija
Helena es colaboradora de Mujer y Punto, psicóloga clínica dedicada al área emocional de las personas. Apasionada de temas como la pareja, relaciones codependientes, patrones destructivos y autoestima. Promueve el cambio en uno mismo como consecuencia para estar bien con los demás. Convencida que uno logra encontrar sentido a su vida cuando le permite ofrecer sentido a la vida de los demás.
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