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FELIZ

Santiago de Chile, 18 de marzo, 6.35 AM. Volví hace dos semanas del viaje que en las dos últimas columnas les he ido relatando. Regresé luego de estar dos meses completos fuera de mi realidad cotidiana enfrentándome a situaciones límites pero magníficas a nivel de sensaciones.

Es poco probable que estando inmersa en las culturas en las que estuve pudiese darme cuenta de cuales fueron realmente los aprendizajes que integré al compartir diariamente con diversas tribus y subculturas propias de los países de Oriente.  Pero hoy ya sumergida de lleno en la vida que elegí hace algún tiempo, comienzo a masticar las sensaciones “post-viaje” que aparecen ante mis ojos sin esfuerzo. Mi vida es una vida absolutamente normal, el consumismo no es lo mío, lo que no quita que me guste verme bien y arreglarme para verme femenina, sin embargo el concepto de “shopping” y “retail” me corrompen un poco cada vez que tengo que ir al mall por razones específicas. La voracidad con que la gente consume y compra “vidas” me perturba de sobremanera.

Me explico: Tengo la sensación de que probablemente lo que más me quedó tatuado de mi viaje (y me acompañará siempre), es que en cada recorrido que hice, la ACEPTACIÓN con la que la gente vive les permite vivir “con lo que ya está”. En grandes y profundas conversaciones que establecí con Hindús y Musulmanes que viven en India  JAMÁS escuché cuestionamientos sobre “a lo que hay que avanzar”, “lo que hay que aspirar, “las vacaciones que se van a pegar”, “el auto que está de moda” o “la tendencia que la lleva este año”, la conexión que estas personas tienen con el hilo conductor de sus vidas, me cautivó. La Fe en sus creencias, el comer para vivir, el trabajar para agradecer, el esforzarse por orar,  el desapego por entender y el apego por amar lo que creen.

Probablemente fue exactamente esto lo que me llevó a un aterrizaje forzoso al llegar a mi país. Dejo claro que no juzgo en absoluto a las personas que si aspiran a mucho y también luchan cotidianamente por “ser más” (aunque muchas veces nosé a que se refieren con eso), sin embargo cuando el “escalar” a una “vida retail” es el modus operandi y el sentido de sus vidas, hoy, siento tristeza.

La vida que nos vende el mercado para llevar es bastante “agotadora” a nivel emocional: basta con prender la televisión y ver los “comerciales” para pensar que si una persona se encuentra vulnerable a nivel psicológico, es bastante probable que se deprima más.  El neuromarketing ha cumplido perfectamente su misión en la vida humana: provocar insatisfacción de la vida propia y generar emociones asociadas a nuestras “faltas”, con el fin de vivir para llenarlas. Por lo mismo cada vez existen más comerciales donde muestran vidas estilo “Desperate Housewifes”, todos impecables, todos se aman, todos cenan juntos, todos tienen tiempo para ver crecer a sus hijos, todos viajan súper barato, todos se están realizando laboralmente gracias a créditos de los bancos, todas son jóvenes y radiantes con sus cremas faciales, a muchas les cambia la vida con una caja de cereales,  los niños son mucho más sanos con ciertos pañales específicos, la gente disfruta más desde que compran endulzantes, existe una  mejor comunicación familiar porque se cambiaron de compañía telefónica, a las mujeres les cambió la vida porque no manchas sus poleras con desodorante, ellos pueden tener a la mujer que quieran si le achuntan con su antitranspirante… en fin, un conglomerado de EXPECTATIVAS que te vende el mercado y aunque no lo queramos, afecta, nos moviliza, nos interpela… Y eso va desde un “estilo de vida” hasta la intimidad de la sexualidad de pareja: “vengo a su consulta porque quiero durar más con mi mujer”, “estoy aquí porque quiero ser multiorgásmica, “venimos porque leímos que hay que hacerlo 3 veces a la semana”, “tengo problemas porque no logro tener una buena erección en la 3era relación sexual seguida en una noche”…

Y así me percato que “el Retail de las Expectativas” nos come la vida, nos imposibilita dar cuenta que lo que TÚ CONSTRUYES para ti, es lo que DEBES disfrutar para vivir. Si no puedes viajar porque pagarlo en 24 cuotas no te conviene, NO VIAJES y hazlo cuando puedas. Si los cereales “que te cambian la vida” te parecen asquerosos, no los comas y cómprate tus favoritos aunque engorden. Si tus hijos adolescentes se encierran a comer en la pieza y no quieren la “cena perfecta” déjalos alguna vez, una familia es mucho más que sentarse a comer juntos. Si los pañales más bakanes para tu guagua no te alcanzan con el presupuesto mensual, compra otro y te aseguro que no tendrá traumas infantiles. Si no puedes pagar un MBA porque son inalcanzables económicamente, lee libros y verás como también podrás aprender muchísimo. Si has probado todo para conocer a una mujer y ningún “producto” te sirve, háblale y seguro te irá mucho mejor.  Si a pesar de echarte mil y una crema en la cara no te ves radiante, sonríe, y la luz vendrá gratis.

Mi conclusión tiene que ver con ACEPTAR la vida que tenemos, dejar de pensar que algo mejor vendrá y buscar lo mejor con lo que ya tengo. No es difícil, sólo hay que predisponerse.

 

Columna de nuestra Directora Ps. Nerea de Ugarte para edición Abril Revista Cosmopolitan

@nereadeugarte