Se aprende a vivir
de los amores – no – correspondidos.
Con esas cicatrices que dejan,
los amores violentos,
dañinos,
malditos.
Se aprende a vivir
sin con todo lo que creías
que él te daría.
Y mejor…
aprendes a vivir sin esperar
por ese “amor”,
que él decía sentir por ti.
Aprendes a pararte,
sacudirte la tierra de las rodillas
y seguir sonriéndole al mundo.
Por qué cariño,
la vida continúa,
los amores pasan
y cada quién,
te enseña una lección.
Por:
Arlette Riquelme
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